viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Erudición técnica o transformación interior? Reflexiones acerca de la profesión filosófica a partir de textos de Heinrich Zimmer y Matthieu Ricard

Ruling Barragán

Resumen

Este artículo hace una serie de reflexiones acerca de la filosofía como actividad profesional en la universidad y en el colegio, tomando como referencia dos concepciones de la filosofía oriental. La primera corresponde a la filosofía de la India en general, según la entendió Heinrich Zimmer; la segunda, al budismo tibetano, según lo comprende y practica Matthieu Ricard. Con ambas concepciones como referentes se realiza una crítica a ciertos aspectos de la filosofía occidental en su ejercicio profesional, valorando aquellos elementos de la filosofía de la India que –a juicio del autor– se requieren en la filosofía de Occidente.

Palabras claves: Zimmer, Ricard, Filosofía, India, Budismo


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Erasmus Año XX No 2- 2018 - ISSN en trámite.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Los sinsentidos del mundo

Ruling Barragán

El significado habitual del término “sinsentido” no debe sernos extraño o desconocido. Por lo general, con él nos referimos a algo absurdo o incomprensible, que no se logra aprehender y, por ello, nos deja perplejos.

Si bien hay sinsentidos triviales o insignificantes, existen otros de extenso y profundo calado. Estos sinsentidos se refieren a la injusticia, el sufrimiento y la muerte del ser humano en la historia del mundo. Las más terribles injusticias nunca son compensadas por los más severos fallos y condenas; los más crueles sufrimientos jamás son mitigados por las mejores terapias o medicinas. Y la muerte no ha sido ni será vencida en ningún momento por ciencia alguna. Las religiones y sus pensadores, si bien han tratado en todo tiempo de brindarnos una solución a lo que las ciencias no parecen poder resolver, hoy día –cada vez más– parecen replegarse y ser descartadas por el progreso científico-tecnológico.

Para las ciencias y sus tecnologías, no existe ningún más allá en que los sinsentidos de la historia se puedan solucionar. A menos que, si imaginamos o soñamos, se lograra inventar una máquina del tiempo que nos permitiese viajar al pasado, y además erradicar todo el mal de la historia. Tal quimera tecnológica, propio de la ciencia ficción de H.G. Wells (autor de la obra Time Machine) o Donald P. Bellisario (creador de la serie, Quantum Leap), no solo sería un maravilloso artefacto para viajar al pasado, sino también un asombroso mecanismo jurídico de alcance cósmico. Dudo, sin embargo, que la tecnociencia actual o futura pueda construir en algún momento lo que en Oriente se atribuye al karma, o en Occidente, al juicio final y el reino de los cielos.

Los sinsentidos del mundo constituyen un problema teórico y práctico a la vez, que ningún ser humano puede escapar, sea creyente o incrédulo. Atañen a nuestra razón y corazón. Ante este problema, la mera fe religiosa tiene el inconveniente de no satisfacer a la razón. La pura ciencia, por su parte, decepciona al corazón. Quedan entonces las reflexiones filosóficas que, sin ser ciencia ni religión propiamente hablando, tienen el compromiso intelectual y moral de atender esta problemática, buscando mediar entre el corazón de la religión y la razón de la ciencia.

Es tarea propia del pensamiento filosófico brindar respuesta al sinsentido que asedia y asola a la existencia humana. Sin embargo, esta tarea no puede realizarse solo con sus propios esfuerzos; la reflexión filosófica necesita tanto del espíritu científico como de la esperanza de las religiones. Ambas, ciencias y religiones, buscan resolver los problemas fundamentales del hombre, que tienen su origen en los sinsentidos del mundo. Pienso que la filosofía no debería ignorarlas.

https://www.prensa.com/opinion/sinsentidos-mundo_0_5131736857.html

miércoles, 26 de septiembre de 2018

La nueva neutralidad

Roberto Arosemena Jaén

Panamá, descubierto por Bolívar, era lo que Corintio para los Griegos. Una franja de terreno que unía dos mares con un poder comercial y militar envidiable para cualquiera potencia. Imperios seculares, fueron destruido por su incapacidad de mantener el control militar del Peloponeso y de su estrecho Canal. Lo curioso de este Canal fue que el promotor, Ferdinand de Lesseps es el mismo que proyectó el Canal de Panamá. La diferencia fue la osadía y el atrevimiento de Theodore Roosevelt de transformar el Canal de Panamá en territorio propio bajo fuerzas militares estadounidenses acantonadas en Panamá contra el ejército colombiano. Esta situación permaneció hasta la firma del Thompson Urrutia y se extendió anacrónicamente hasta el Tratado de Neutralidad y Funcionamiento de 1977. En este período bajo el simulacro libertario de Omar Torrijos Herrera se diseñó el nuevo sistema de neutralidad garantizada por los Estados Unidos.

"Nada en este Tratado impedirá a la República de Panamá ni a los Estados Unidos de América, de acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales, concertar cualquier acuerdo o arreglo entre los dos países para facilitar, en cualquier momento posterior al 31 de diciembre de 1999, el cumplimiento de sus responsabilidades para mantener el régimen de neutralidad establecido en el Tratado, incluyendo acuerdos o arreglos para el estacionamiento (sic) de cualesquiera fuerzas militares estadounidenses o el mantenimiento en la República de Panamá de sitios de defensa con posterioridad a dicha fecha, que la República de Panamá y los Estados Unidos de América puedan considerar necesarios o apropiados."

Ahora, estamos en el primer cuarto del siglo XXI. China ha llegado al Mar Caribe. Rusia busca acuerdos con países que van delimitando el antiguo “Mare Nostrum estadounidense” Cuba, Venezuela, Nicaragua, posiblemente República Dominicana, países mesoamericanos y el mismo Panamá van estrechando vínculos, unos militares, otros comerciales con China y Rusia y los estrategas estadounidenses que no son mancos ven amenazados los ejercicios Panamax y el control comercial y militar del Canal.

La conclusión para este siclo agitado de nuevos planteamiento geoestratégicos es la necesidad de llega a un nuevo pacto, al primer pacto internacional, de neutralizar las riberas del Canal y el mismo territorio panameño, bajo un protocolo ratificado por el Consejo de Seguridad y aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas.

El problema de la soberanía es la sabiduría de los istmeños de insertar el concepto restringido y limitado de soberanía de un país, en el seno de Naciones Unidas, en forma tal que jamás vuelva a ondear en nuestro territorio el pabellón de los Estados Unidos, sino el pabellón de Panamá junto al pabellón de Naciones Unidas.

Este planteamiento requiere la profundización de nuestros principios nacionales. Como punto de partida, pueden servir los conceptos primarios de autonomía como lo ideo en su momento Justo Arosemena, pero estos conceptos tienen que ser enriquecidos por la experiencia independentista después de 1903 y sobre todo por la efervescencia nacionalista de 1931 en adelante.

El problema de la soberanía panameña entra en una etapa difícil y sumamente compleja en este primer cuarto del siglo XXI. El Tratado Torrijos Carter es insuficiente para el momento actual. El político panameño o se adentra en la paradoja de un país pequeño con la dignidad de una gran potencia mundial o sigue vegetando en el dilema de “quítate tú, porque vengo yo”. En esto consiste la política cultural de los panameños en la actualidad.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Fuero Electoral

Roberto Arosemena Jaén

Todo fuero es un privilegio que la sociedad asigna a ciertas categorías de personas para facilitarle una función pública que beneficie a la comunidad. La constitución política del estado panameño es reticente a conceder fueros: No habrá fueros o privilegios ni discriminación por razón de raza, nacimiento, discapacidad, clase social, sexo, religión o ideas políticas.

¿Por qué, entonces, el fuero electoral para individuos que se postulen a cargo de elección popular sin importar que estén presos, declarados en rebeldía, extraditados y atraviesen una audiencia preliminar de imputación de cargos?

Los magistrados son “tontos especializados” que no logran distinguir el principio que sustenta una norma con el abuso de la norma sobre el principio. Esto sería, al menos, una infracción ética.

Es cierto que la constitución autoriza al Tribunal Electoral a interpretar y aplicar privativamente

la Ley Electoral de acuerdo con los principios que la misma Constitución Política del Estado establece. Dicha interpretación, sin embargo, ni puede ser absurda ni puede equiparar derechos de ciudadanos que gocen, por su conducta, de toda la protección que ofrece la Ley, con ciudadanos en proceso de rendir cuenta a la justicia por sus presuntos actos delictivos, realizados, todos estos, previamente a su postulación.

La interpretación del Tribunal Electoral de que pueden gozar del fuero electoral, incluso, los privados de libertad por virtud de mandamiento escrito, que estén investigados por el Ministerio Público y que están sometidos a medidas cautelares para evitar sustraerse a las consecuencias de un eventual enjuiciamiento, es una forma laza o banal de aplicar la Ley. Con esta decisión se está violando el principio consignado en el siguiente artículo: Artículo 50 de la Constitución. Cuando de la aplicación de una Ley expedida por motivos de utilidad pública o de interés social, resultaren en conflicto los derechos de particulares con la necesidad reconocida por la misma Ley, el interés privado deberá ceder al interés público o social. ¿Es el fuero electoral una ley de utilidad pública e interés social para la vigencia de un estado de derecho y del ejercicio pleno de la democracia?

El Tribunal Electoral, con la concesión banal de establecer fueros electorales, sin examinar la trayectoria previa de individuos al menos sospechosos de cometer ilícitos, está abriendo la puerta a la impunidad y a los sinvergüenzas, además de escandalizar a los ciudadanos que aún tienen credibilidad en un Estado de Derecho.

El fuero electoral es una figura jurídica para garantizar que los ciudadanos puedan participar de procesos electorales sin temor y libres de denuncias penales, civiles y administrativas sobrevinientes al hecho de ser postulados a cargo de elección.

Esa garantía procesal es conveniente y necesaria en una sociedad donde la influencia política, el poder del dinero y de la posición social son mecanismos de acoso a los buenos ciudadanos que aspiran a ser elegidos mediante el voto popular. En este contexto el fuero electoral es legítimo y digno de ser defendido por todo aquel ciudadano demócrata y vigilante de su propia reputación.

En el contexto actual, en un ambiente democrático cada vez más enrarecido, donde posibles delincuentes a punto de ser juzgados se candidatizan a puestos de elección con el objetivo de revestirse de impunidad durante el proceso electoral, la admisibilidad de dichas candidaturas y el inmediato goce del fuero electoral, no sólo es una mala práctica falsamente democrática, sino un escándalo intolerable para la buena conciencia de las mayorías.

Alertamos a los magistrados del Tribunal Electoral de no dejarse llevar por los nefastos precedentes de aplicar de esa manera el fuero electoral. Toda aplicación de la ley tiene como

fundamento su racionalidad, su impacto benéfico a la comunidad, la conservación de los valores democráticos y la sustentación de un régimen de derecho alumbrado por la justicia.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Yo quiero, nosotros queremos


Roberto Arosemena Jaén

El sistema electoral panameño programa nueve meses de agitación política para que la sociedad pueda conocer a su próximo Presidente de la República. El proceso se inicia con un “yo quiero”. El individualismo rampante en búsqueda del poder político supremo.

Si quiero ser presidente empiezo a buscar apoyo, recoger adherentes, mejorar mi imagen pública y conseguir financiamiento. Es un querer con implicaciones sociales, culturales, familiares y sobre todo políticas y económicas. Es un querer que se potencializa por senderos inimaginables. Ya se tiene un Rómulo Roux, un Laurentino Cortizo y una Zulay Rodríguez en la carrera presidencial. Vendrán otros marginales que en los próximos meses tomarán notoriedad. El querer la presidencia es el tema, no el decidirse a ser presidente. La presidencia es un poderoso imán que cobra vigencia cuando no se tiene, cuando se logra tener produce cambios personales y familiares que a veces aterran al votante. Allí se tiene a un Ortega y a un Macri, por mencionar dos ejemplares de la izquierda y la derecha latinoamericana.

Actualmente en Panamá, se ha iniciado la epidemia electoral del “Yo Quiero la Presidencia de la República”. En la peor de las hipótesis se requieren 18 mil votos, en la cínica hipótesis partidista, basta el 30 o el 60% de los adherentes del colectivo. A lo mejor menos, en el caso de partidos sin maquinarias electorales. Lo curioso de estos sistemas electorales es la brevedad del tiempo de divulgación y promoción. Antes era terrible y cansón dicho período que empezaba desde el día uno de la toma de posesión del gobernante elegido. Ahora, apenas se tiene tiempo para imaginarse a un de Rouz a un Cortizo o a un Flores, el Independiente, dirigiendo el órgano Ejecutivo Por lo sorpresivo, el proceso electoral es mediocre y malsano. Se diseñó para improvisar candidatos con visos de legitimidad y para conducir a la mayoría silenciosa al matadero del futuro. No es casual que en 1987 la República del General había colapsado, que en 2009, la República del bipartidismo: PRD-Panameñismo, había logrado tal grado de desprestigio y desbandada, que un Empresario cualquiera, pero ambicioso, se toma el poder presidencial y ahora, está a punto de ser condenado. Después de la perorata del “legítimo torrijista” , el diputado de solidaridad, hay que aceptar la incapacidad y la rapiña del gobierno panameñista sólo emulada por la rapiña de Cambio Democrático, dijo Nito.

Ya faltan siete meses y el torneo electoral mantiene la tónica de desprestigio escatológico del y de los contrincantes. Es sintomático el nivel de seguridad y confianza del colectivo PRD y del nuevo liderazgo emergente de las redes sociales que se expresan en una fogosa y errática dirigente, que en breve podría heredar el “partido de Omar”. Partido creado para darle fiel cumplimiento al Tratado Carter-Torrijos

El problema de este contexto electoral panameño se da en medio de una lucha por banderas en la ribera del Canal. Si el Canal es “pro mundi beneficio” nada más simbólico que en las riberas del canal se desplieguen las banderas de todos los países miembros de Naciones Unidas. Esas más de cien banderas, enarboladas en la Avenida Primera de la Ciudad de Nueva York podrán venir a

Panamá, como testigos de que la Neutralidad del Canal es un asunto de todo el mundo y no sólo de Estados Unidos y Panamá. Nosotros los panameños tenemos que ser conscientes que el mundo actual, orientado cada vez más hacia el belicismo, no puede tener un Canal ampliado, al servicio del paso expedito de uno de los Estados política, comercial y bélicamente más poderosos del Planeta. La venida de China a Panamá subraya nuestra vocación pacifista y nuestra impostergable decisión de hacer de Panamá un Estado Soberano.

Este es el contexto nacional que todo candidato a Presidente de la República debe enfrentar con dignidad y patriotismo, sin dejar espacio para una quinta o sexta frontera.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Contagio semántico

Francisco Díaz Montilla

En Rewriting the Soul, el filósofo canadiense Ian Hacking introdujo el término contagio semántico (semantic contagion) para referirse a la forma en la que la identificación y descripción pública de una condición (acción) crea los medios para su propagación. Ocurre cuando una (nueva) descripción influye en nosotros para reclasificar (etiquetar) las acciones de los demás.

Casos de contagio semántico hay muchísimos, pero tal vez sea el político el contexto donde más expuestos estamos a padecer sus “efectos”. Aunque los medios de contagio son diversos, al menos dos son fundamentales para ello: los medios de comunicación y más recientemente las redes sociales.

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https://puntoaislado.blogspot.com/2018/09/contagio-semantico.html

viernes, 31 de agosto de 2018

¿Y después qué?

Francisco Díaz Montilla

Desde hace algún tiempo se ha ido afianzando en redes sociales la promoción de la campaña de no reelección. Si fuésemos coherentes con dicha máxima eso significaría que ningún diputado ni autoridad local (alcalde o representante de corregimiento sería electo en 2019); significaría -también- que tampoco lo sería el actual partido gobernante. Y aunque hay razones parciales para pensar que lo segundo no ocurrirá, lo primero es poco probable que suceda, es decir, de seguro algunos no tan honorables diputados, alcaldes y representantes de corregimiento seguirán en sus cargos por un lustro más.

Parte del problema es que nuestras formas de interacción política están concebidas desde la lógica ganar-ganar. Y tal vez la mejor expresión de esa lógica desde el punto de vista individual es el clientelismo. Es decir, el ejercicio electoral se realiza en lo que podríamos llamar un espacio de intereses: los míos y los del candidato, yo quiero algo y éste igual, y es falso que necesariamente lo que ambos perseguimos es lo mismo, cada uno es instrumento (medio) para el otro, y -sin embargo- es una estrategia que maximiza los intereses de los dos, dado que cada quien conoce (o cree conocer) las estrategias de los demás. El clientelismo es una instancia de equilibrio de Nash. En tal escenario los llamados intereses difusos (colectivos) no existen y aunque se apele a ellos, su función es fundamentalmente retórica. ¡Pero hasta allí!

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https://puntoaislado.blogspot.com/2018/08/y-despues-que.html

miércoles, 18 de julio de 2018

Universidad de Panamá organiza el XI Congreso Centroamericano de Filosofía

Metro Libre Redacción web

El Departamento de Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá organiza el “XI Congreso Centroamericano de Filosofía, Diálogo Interdisciplinario: Retos y Desafíos”, del 15 al 19 de octubre del 2018, en la Universidad de Panamá.

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https://metrolibre.com/actualidad-y-pol%C3%ADtica/nacionales/136523-universidad-de-panam%C3%A1-organiza-el-xi-congreso-centroamericano-de-filosof%C3%ADa.html

jueves, 5 de julio de 2018

El escritor Enrique Jaramillo Levi presenta sus más recientes obras

Lourdes García Armuelles

Recientemente en las instalaciones de la Biblioteca Simón Bolívar, de la Universidad de Panamá, el reconocido autor panameño Enrique Jaramillo Levi presentó sus dos más reciente obras literarias tituladas En el jardín y En plena forma.

El autor explica que En el Jardín es un extracto de cuentos propios que ‘rescató' de sus otras publicaciones. La nueva obra está dirigida a niños y adolescentes.

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http://laestrella.com.pa/vida-cultura/cultura/escritor-enrique-jaramillo-levi-presenta-recientes-obras/24071470

martes, 3 de julio de 2018

Invita a doble gala literaria

Rosalina Orocú Mojica

Quienes siguen de cerca la trayectoria del profesor Enrique Jaramillo Levi se darán cita hoy a las 7:00 p.m., en la Biblioteca Interamericana Simón Bolívar de la Universidad de Panamá, donde los escritores panameños Ela Urriola y Rodolfo de Gracia los pondrán al tanto de sus impresiones acerca de los dos más recientes libros de Enrique Jaramillo Levi, dos antologías.

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https://www.panamaamerica.com.pa/variedades/invita-doble-gala-literaria-1109744

martes, 26 de junio de 2018

Acotaciones a un artículo reciente

Miguel Ángel Candanedo

De la atildada pluma del Dr. Arístides Royo Sánchez solemos degustar ocasionalmente de sus sesudas reflexiones y, por lo general, certeros comentarios de esta notable personalidad de la vida política y el quehacer literario panameño. Por lo general, además de disfrutar del buen decir y las atinadas opiniones del Dr. Royo, solemos compartir sus enfoques sobre una diversidad de temas, no solo de carácter nacional, sino también de más amplias temáticas y variopintos enfoques.

El pasado lunes 4 de junio, bajo el título ‘Razón jurídica y sinrazón educativa', el Dr. Royo suscribió en la página 9ª de La Estrella de Panamá un enjundioso artículo en que hace referencia al conjunto de demandas de inconstitucionalidad ‘contra artículos de cuatro leyes que prescriben la impartición de varias asignaturas en nuestra más alta casa de estudios'.

Continuar leyendo el artículo:
http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/acotaciones-articulo-reciente/24070018

lunes, 18 de junio de 2018

Voluntariado en la JMJ reconocido como Servicio Social Universitario

Ángel Molina

La Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles (VAE) de la Universidad de Panamá, convocó una reunión, con el objetivo de informarle a los Coordinadores de Servicio Social de las Facultades de los Campus “Octavio Méndez Pereira” y “Harmodio Arias Madrid”, acerca del contenido y el efecto del Acuerdo  Nº 10-18 del Consejo Académico celebrado el 30 de mayo de 2018.

Bajo la denominación “Proyecto Universidad de Panamá-Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)”, éste reconoce como horas de Servicio Social Universitario, la participación certificada de los estudiantes como Voluntarios de dicha actividad.

Leer resto del artículo:
http://www.vae.up.ac.pa/es/post_index2.asp?sec=10&subsec=18&d=15&id=1808

viernes, 15 de junio de 2018

Los órganos jurisdiccionales electorales son fundamentales para hacer posible la paz

La Jornada Aguascalientes
  • La responsabilidad de los tribunales es grande y deben asumirla con la dignidad que implica el ejercer un cargo como el de la impartición de justicia.
  • El TEPJF avanza de manera sustantiva y con perspectiva de género para consolidar el camino a la paridad libre de violencia contra las mujeres.
http://www.lja.mx/2018/06/los-organos-jurisdiccionales-electorales-son-fundamentales-para-hacer-posible-la-paz/

miércoles, 13 de junio de 2018

Dignidad contra pusilanimidad

Roberto Arosemena Jaén

Hace años, un grupo significativo de ciudadanía panameña se enfrentó al poder usurpador de Torrijos-Noriega. En esos años actuamos con independencia, verticalidad y transparencia. Cuando el gobernante de ocasión, un tal señor Delvalle, indultó al movimiento nacionalista de sedición contra Noriega, muchos panameños lo consideraron una farsa más. Sin embargo, el poder oficial se sale con la suya.

Vino la invasión, vinieron nuevos gobernantes, pero la pusilanimidad siguió caracterizando la fibra íntima de presidentes y diputados. Existen iniciativas de crear un Museo de la Democracia. En ese sepulcro arqueológico de la historia se me dijo que sería representado.

En reciente escala en Los Ángeles-EU, entendí que yo era un ex convicto, detenido por sedición en octubre de 1987, en una cárcel de máxima seguridad en Panamá. Por ese motivo se me sustrajo del grupo de visitantes legales a Estados Unidos, y en la práctica fui deshonrado con una detención. A preguntas necias, oídos sordos.

Entre bromas y cosas serias, un exmarine que trabajó, supongo que en el Comando Sur, me dijo que mi problema era con el Gobierno panameño. Sospecho que la información de los delincuentes peligrosos, de lo cual se vanagloria el maleante Martinelli para suplicar clemencia, forma parte del mismo paquete. ¿Por qué el Gobierno panameño actual me deshonra en grado que tenga que justificar mi conducta política ante un gobierno extranjero? ¿Por qué tras 28 años de la invasión, Varela consiente que los organismos de seguridad mantengan las acusaciones del régimen Torrijos-Noriega?

¡A qué grado de pusilanimidad han descendido nuestros gobernantes! Constitucionalmente, son gobernantes por el soporte ideológico y filosófico que le dan nuestras leyes. El artículo 17 de la Constitución Política es al respecto diáfano, inexorable y definitivo; en grado tal, que la Corte Suprema de Justicia casi no se atreve a usarlo en sus fallos de garantías constitucionales. “ Las autoridades de la República están instituidas para proteger en su vida, honra y bienes a los nacionales…”.

En el caso de múltiples panameños y panameñas, el gobierno no protege ni la honra y, en algunos casos, ni la vida.

La única seguridad jurídica por las cuales se rompe las vestiduras la sociedad es la seguridad jurídica de bienes, propiedades e inversiones.

Utilizo este artículo de opinión, que espero La Prensa publique, como una denuncia de la hipocresía gubernamental y de la tolerancia civil respecto al tema de la honra ciudadana.

Lo negativo de las sociedades actuales es su poder de ocultamiento y simulación. Estamos distraídos por cosas pasajeras y por afanes diarios. Poco podemos hacer contra estas tendencias, pasiones, decían los filósofos antiguos, si no estamos dispuestos a reflexionar y a hacernos cargo de nuestros poderes: poder de pensar, poder de deliberar, poder de decidir y finalmente, poder de actuar.

Esos poderes configuran la dignidad de cada mujer y de cada hombre en su condición genérica de persona.

De esos valores del mundo de la vida, la honra como conciencia del propio ser individual, es básica y fundamental. La conservación de la honra propia es potencia y poder. Potencia que le da sentido a la vida, y poder que pone bienes y propiedades al servicio de una existencia mundana y trascendente.

Nuestra misión actual: suprimir la pusilanimidad de nuestros gobernantes y aprender a elegir a la gente digna que sepa responder por sus decisiones y actos sin mendigar clemencia al poderoso por traicionar a sus conciudadanos.

La Prensa, 13 de junio de 2018.

lunes, 11 de junio de 2018

El centenario de la Reforma de Córdoba y los retos de la educación del siglo XXI

Universidad de Panamá
Facultad de Humanidades
Centro de Investigaciones

El centenario de la Reforma de Córdoba y los retos de la educación del siglo XXI

Martes 12 de junio de 2018
10:00 a.m.
Salón de Profesores de Humanidades, Universidad de Panamá

Jornada matutina:
  • Olmedo García, Decano de la Facultad de Humanidades
  • Celestino A. Araúz, Profesor universitario
  • Diógenes Sánchez, ASOPROF
  • Natasha Pacheco, Estudiante universitaria
Jornada vespertina:
  • Conferencia magistral: Adolfo Ahumada
  • Comenta: Olmedo García, Decano de la Facultad de Humanidades

viernes, 25 de mayo de 2018

INAMU Impulsa participación política de las mujeres

panamaon.com

La promoción del liderazgo y participación política de las mujeres es una de las acciones fundamentales para fortalecer la democracia y la gobernabilidad, razón por la cual el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), realizó un Conversatorio sobre “Paridad y Violencia Política”, en conjunto con el Foro de Mujeres de Partidos Político.

Leer artículo completo
http://www.panamaon.com/noticias/politica/45607-inamu-impulsa-participacion-politica-de-las-mujeres.html

lunes, 7 de mayo de 2018

Sin perspectivas

Roberto Arosemena Jaén

En el plano político partidista la nación se ha quedado sin atractivos. Ya no deslumbra el eslogan “soy empresario y no político”. Ni se vislumbra la brillantez de un joven pleno de entusiasmo y con proyecciones creíbles a corto y mediano plazo. Los malos ejemplos han penetrado profundamente la mentalidad general que se tienen que considerar, resultado de comportamientos institucionales y no de conductas individuales.

El ejemplo en que un diputado, por su ocurrencia legislativa, casi hace tambalear la cacareada “seguridad jurídica”, es terrible y estremecedor.

Quién es Roberto Ayala para hacer que su derecho constitucional de intervenir y proponer en el pleno de la Asamblea la introducción de un artículo para derogar una ley, se transforme en un “delito constitucional”, un llamado “camarón legislativo”, ante la mirada impávida de una mayoría unánime de diputados que representan los intereses de la nación panameña.

La propuesta del diputado Ayala sería intrascendente si la Asamblea hubiese sido responsable de sus actos. El delito se perpetró por consentimiento unánime de los diputados y de su junta directiva. No importó el principio constitucional que impide esas ocurrencias.

Las leyes tienen que pasar por tres debates en días distintos. No se trata de ahorrar tiempo, suprimir lecturas, delegar funciones: se trata, precisamente, de impedir no solo camarones legislativos, sino leyes improvisadas, injustas e interesadas en servir a particulares y no a la comunidad. Si los diputados tienen alguna obligación, es la de hacer leyes justas mediante la consulta democrática en días distintos. Es un mandato democrático y constitucional.

Bajo estas consideraciones, deben ser juzgados por la Corte y por la ciudadanía. No son los diputados aislados los que salvarán a la Asamblea Nacional, sino el mismo cuerpo legislativo, en pleno, que deberá pedir perdón por este exabrupto y proceder a una renuncia masiva para facilitar una convocatoria a una constituyente.

Este análisis sobre responsabilidades que no solo ha desprestigiado la seguridad jurídica, sino que ha transformado al responsable de su tutela en un cuerpo errático y violador de los principios constitucionales, nos conduce a concluir lo siguiente: La hora de los partidos políticos y de sus propuestas electorales ha pasado.

Estamos en la hora de la ciudadanía que va a resurgir desde su inercia en un movimiento de rescate nacional. Se levantarán líderes que se ganarán la confianza para configurar nuevas instituciones políticas, sociales, gremiales y culturales.

Lo primero que se ha de lograr es una capacidad de análisis y crítica que no se deje manipular ni aconductar por conductores de opinión como ha sucedido en países vecinos y distantes.

Lo segundo es revisar la publicidad y la propaganda política. Esta no puede ser tan restrictiva y tan a corto plazo que solo permita reconocer a lo expuesto mediáticamente. Este fenómeno, diseñado para proteger a la ciudadanía, ha dado como resultado que locutores se transformen en líderes políticos de 24 horas.

La vida es esperanza del advenimiento de una mejor situación, de un mundo mejor de relaciones y de convivencia.

La Prensa, 7 de mayo 2018.

lunes, 30 de abril de 2018

Panamá y la opinión de la discordia

Francisco Díaz Montilla

Una cosa son las expectativas subjetivas de las personas y otras muy distintas las obligaciones objetivas de los Estados. En materia de derechos humanos, por ejemplo, cada uno de nosotros -seamos expertos o legos- puede tener un sentido distinto de qué significan, su alcance, sus titulares y sus interpretaciones. Pero nada de eso es vinculante en casos reales, no son más que opiniones; y aunque las opiniones puedan basarse en la libertad y su respeto sea fundamental en un Estado democrático de derecho, para propósitos prácticos han de ceder a las vertidas por órganos competentes emanados de convenios internacionales soberanamente reconocidos por los países.

Panamá, por ejemplo, al ratificar la Convención Americana sobre Derechos Humanos se obligó a “respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social” (artículo 1); y a “adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades” (artículo 2).

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https://puntoaislado.blogspot.com/2018/04/panama-y-la-opinion-de-la-discordia.html

viernes, 27 de abril de 2018

Espacios para la literatura panameña

Lourdes García Armuelles

Ya hace más de diecisiete años que se aprobó la ley que declara el 25 de abril como el Día de la Escritora y el Escritor Panameños, un gran paso para reconocer la labor de los autores nacionales, algunos aglutinados en el Consejo Nacional de Escritoras y Escritores Panameños (Coneyep). Asimismo, el lunes pasado se conmemoró el Día del Libro. Sin duda, la que termina ha sido una semana especial para la literatura.

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http://laestrella.com.pa/estilo/cultura/espacios-para-literatura-panamena/24060374

martes, 17 de abril de 2018

Segunda República de Panamá

Miguel Ángel Montiel Guevara

Este artículo es una propuesta didáctica a nuestros colegas educadores, consistente en incorporar en la enseñanza de la historia nacional el concepto de Segunda República de Panamá.

Emular en ese sentido a Francia y España, que demarcan períodos históricos trascendentales, distinguiéndolos y separándolos por medio de varias repúblicas disímbolas. En el caso de Francia son cinco repúblicas de las que da cuenta su historia nacional. En el de España, dos. No es el caso ahondar aquí sobre ellas.

El concepto Segunda República de Panamá aparece por primera vez en mi libro Ricaurte Soler. La cuestión de Identidad Nacional y Latinoamérica.

Allí cito al maestro: “La formación nacional panameña alcanza un nuevo hito en 1903 al crearse la república mediatizada… la independencia, aún mediatizada, significó un avance”. Totalmente de acuerdo. Subrayo mediatizada. Lo que lleva a preguntar: ¿La república que nació el 3 de noviembre de 1903 es la misma de hoy? No, definitivamente no. Obligante es la siguiente pregunta: ¿Por qué? Por lo que todos conocemos: en 1903 la república (la primera) nació atrofiada, mediatizada como bien dice Ricaurte Soler; con un tumor llamado Zona del Canal que hubo que extirpar por medio de una larga lucha de casi 100 años que el general Omar Torrijos Herrera llamó alpinismo generacional.

El 31 de diciembre de 1999 Panamá recuperó su soberanía total, consigna por la que combatieron miles de panameños, estudiantes del Instituto Nacional, mi alma máter; del Artes y Oficios, del José Dolores Moscote, del Abel Bravo, de la FEP, del Partido del Pueblo, de la Universidad de Panamá, y que a mi generación tocó hacer realidad finalmente. Pido disculpas a los que no menciono. Este espacio no lo permite. Trabajo en un libro al respecto.

Aquel día 31 de diciembre de 1999 nació la Segunda República de Panamá; nueva, con un solo territorio bajo una sola bandera y plena jurisdicción sobre toda la geografía nacional.

Debe enseñarse así a nuestros jóvenes estudiantes de primaria, premedia y media, con el fin de consolidar y fortalecer la conciencia histórica nacional.

En ello radica la esencia de la propuesta didáctica que hacemos. Así sea.

La Prensa, 17 abr 2018

jueves, 12 de abril de 2018

Sentido y sinsentidos del mundo moderno

Ruling Barragán

Todo ser vivo tiene experiencias, mas no todos obtienen sentido de ellas. Obtener y dar sentido es una capacidad exclusiva de los seres humanos. Y entre todas las acepciones de la palabra “sentido” hay una de carácter eminente, que denota un orden, fin y realización para la vida humana y la naturaleza en su conjunto. En tal acepción, el “sentido” – una noción de hondo calado existencial y especulativo – se refiere al significado de la existencia y el mundo en su totalidad.

En la Antigüedad y el medioevo, hasta bien entrada la modernidad, la noción de sentido estuvo estrechamente vinculada a las grandes cosmovisiones religiosas y filosóficas de Oriente y Occidente. En ellas, el sentido radica en una realidad que es anterior y superior a lo humano. Dependiendo de la tradición y concepción religiosa o filosófica, tal realidad recibe uno u otro nombre: Brahman, Nirvana, Tao, Eheye Asher Eheye (“Seré el que seré”), Dios, el Uno, el Summum Bonum, lo Absoluto o el Ser.

Durante el transcurso del mundo moderno, su ciencia y tecnología, así como sus transformaciones político-económicas a la vez que socioculturales, aquella noción de sentido ya no fue la misma; terminó convirtiéndose en una ilusión, grandiosa y grandilocuente, en la cual ya no se podía creer, tal como pensó Nietzsche.

Se perdió entonces el sentido de lo sagrado. Lo que prima en la vida del hombre actual es lo profano, a saber, el ámbito de lo material, conflictivo y trivial. Así pues, la economía, la política y el entretenimiento, respectivamente, rigen y dirigen nuestra atención, ocupaciones y preocupaciones. Mammon y Moloch (el dinero y el capitalismo), así como Momo y Baco (la farsa y la diversión), son los dioses a quienes se les rinde culto a través de los medios de comunicación y el mercado. Y junto a ellos, una tecnociencia que solamente es neutral de jure, pero que de facto está determinada por intereses políticos y económicos.

El Sentido (en mayúscula) de antaño ha venido siendo desplazado por los sentidos (en minúscula). Lo que es meramente sensual, transitorio e intrascendente constituye lo único que tendemos a valorar. Esto afecta negativamente nuestra capacidad de relacionarnos éticamente con los otros; con la pareja, la familia, la comunidad, el Estado, la naturaleza y hasta con la propia cultura. Ya no hay por qué hacer grandes esfuerzos, compromiso o sacrificios. Al final del día, lo que determina nuestra relación con este mundo resulta de lo que le apetece y parece a nuestro mero ego...

El mundo, sin embargo, tal cual lo experimentamos, está también lleno de absurdos (léase, “sinsentidos”). La muerte y dolor, el horror y terror, la miseria y tragedia, se dan a cada instante, en cualquier punto del orbe, desde el principio de los tiempos. E incluso cuando tenemos experiencias por medio de las cuales obtenemos sentido (profundas experiencias de belleza, bondad, o justicia), siempre pueden abrumarnos los sinsentidos o absurdos que se dan en todas partes, en conflictos, crueldad, injusticia y perversidad de todo tipo.

No obstante, si en el “gran teatro del mundo” podemos identificar algo como un absurdo, ¿no es precisamente porque en nuestro ser reside algo que capta y genera sentido, por lo cual podemos reconocer lo absurdo o el sinsentido en cuanto tal? De otra manera, no podríamos reconocer el sinsentido o sentido de lo que sucede en el mundo.

Si el lector acepta el anterior razonamiento –simple y trunco, no lo niego– todo lo que tenemos es un pobre y obvio maniqueísmo; de que hay bien y mal, justicia e injusticia, crueldad y compasión, sentido y sinsentido, mas sin poder determinar, de una vez y para siempre, cuál entre ambos opuestos tendrá la última palabra al final de nuestra existencia individual y cósmica.

El ser humano queda insatisfecho y frustrado al no poder encontrar seguridad o certeza de que, al final de todo, el bien triunfa sobre el mal, la justicia sobre la injusticia, o el sentido sobre el sinsentido. Este es el precio que paga la humanidad cuando se prescinde de aquella noción de “Sentido” (con mayúscula), en esa acepción que hemos indicado al inicio de esta breve columna.

Dicho lo anterior, tiendo a pensar que la crisis espiritual del mundo moderno, en la que se prescinde de aquello que antes confería pleno sentido a la existencia, jamás podrá ser superada o resuelta con lo que hoy se nos presenta bajo los distinguidos nombres de “Progreso”, “Ciencia” o “Neoliberalismo”, entre otras modernas sustituciones.

La naturaleza humana no se satisface con estos sustitutos, que – aunque asombrosos y portentosos en sus logros – no colman su profundo anhelo de algo realmente absoluto e incondicional, que verdaderamente trascienda la precariedad y transitoriedad de las cosas.

Quizá el mundo moderno ha atrofiado nuestra capacidad de dar u obtener “Sentido” de nuestra experiencia de la vida.

La Prensa, 12 de abril 2018.

domingo, 1 de abril de 2018

De la resistencia cultural al proyecto político: Fundamentalismos contra el cambio social

Urania Atenea Ungo M.

¿Cómo cambia la sociedad? Vale decir que los cambios en las condiciones materiales de la vida son visibles y evidentes. La pregunta es cómo cambian las relaciones entre personas y los conceptos y valores que presiden dichas relaciones. La convivencia humana está siempre regulada, ¿son estas reglas las mismas hoy que cientos de años atrás?, ¿sabemos en virtud de qué y cómo cambian estas reglas?

Sabemos cómo cambian las reglas dictadas por el derecho, hay un espacio social normado, con una institucionalidad reconocida, con instrumentos y procedimientos para proponer, debatir y llegar a acuerdos. A cambio, poco se sabe de cómo cambia el otro gran conjunto de reglas sobre la vida social, –asumidas conscientemente o no-, la moral, el conjunto de valores asociados al bien y al mal y que rige nuestra vida en su cotidianeidad. ¿Cómo cambian esos valores y los conceptos sobre ellos y sus definiciones?, ¿Hay progreso moral en el sentido de avance como podemos ver en la ciencia o en la economía?

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http://laestrella.com.pa/panama/politica/resistencia-cultural-proyecto-politico-fundamentalismos-contra-cambio-social/24056172

miércoles, 21 de marzo de 2018

Pensamiento crítico panameño

Abdiel Rodríguez Reyes

Luego de tanta espera, salió la Antología del pensamiento crítico panameño contemporáneo [1], la cual forma parte de la Serie Países de la colección Antologías del pensamiento social latinoamericano y caribeño del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) . En buena hora contamos con todos estos textos que estaban dispersos, incluso, algunos olvidados. Toda antología es injusta (algunas ausencias), siempre se quedan fuera figuras prestantes (dignos de ser destacados) que son parte de ese corpus de pensamiento crítico; pero, también, se hace justicia a estos y estas pensadoras seleccionadas que han forjado con sus ideas y accionar ese largo camino que supone el pensamiento crítico.

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http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239311

sábado, 10 de marzo de 2018

República de Tule

Miguel Montiel Guevara

En mi apacible retiro de clases del claustro universitario hoy soy un observador más que actor de los acontecimientos de la vida nacional, sobre la que pienso escribir en el tiempo que me queda.

Es así que leí con atención el artículo de la nieta de Andrés Mojica sobre su abuelo, aparecido el pasado 3 de marzo.

Yo haría lo mismo sobre mi abuelo zapatero venezolano Eugenio Montiel o el curandero del Bayano Arcadio Fulo Guevara. Por su importancia histórica aludo al tema.

El 4 de marzo se cumplió el 93 aniversario del fin de la efímera República de Tule: del 12 de febrero al 4 de marzo de 1925. No debatiré aquí sobre ella. Me limitaré a transcribir un párrafo del opúsculo que publiqué en la Revista Societas de la Universidad de Panamá, Vol. 15, No. 2, de diciembre de 2013.

“El recuento de Wuagua es más extenso. Pero, como dije antes, todas las causas a que arriban unos y otros son válidas. Así de compleja fue la situación que originó la creación de la efímera República de Tule, que existió del 12 de febrero al 4 de marzo de 1925.

Fue entonces cuando caí en cuenta de la verdadera trascendencia histórica del acontecimiento histórico de la República de Tule, de su singular importancia histórica: la República de Tule es la primera y la única república independiente de una etnia originaria, autóctona, de todo el continente americano desde Alaska a la Patagonia.

La república boliviana multiétnica de Evo Morales es eso, una república multiétnica. La República de Tule fue exclusivamente de los gunas, no compartida con ninguna otra etnia del continente ni de ninguna otra parte. Eso es también parte de la historia nacional porque la etnia guna lo es y porque esa república tan especial nace vinculada directamente con sus contrapartes en el territorio del istmo, aunque lo hayan sido como contendientes.

Esta sola circunstancia justifica plenamente su inserción en un lugar destacado, no solamente de la historia nacional, sino también del continente americano.

Vamos ahora a la cuestión puntual del enigma de la bandera”.

La Prensa, 10 mar 2018

martes, 6 de marzo de 2018

Tradición y libertades modernas

Ruling Barragán

La antítesis actual y local, entre quienes se posicionan en pro de la familia – tal como se entiende y valora por las tradiciones religiosas – y, en contraposición, aquellos que se oponen a ellas sustentándose en derechos y libertades propias de la modernidad, no es tan reciente ni regional. El choque que aquí se da no es sino una instancia particular de un fenómeno global.

No hay nada original en esta idea; se deduce del planteamiento de dos grandes pensadores vivos de la política mundial, el filósofo y sociólogo ruso Alexander Dugin (1962-) y el politólogo norteamericano Francis Fukuyama (1952-).

En las siguientes líneas, procuraré resumir – aunque de manera muy insatisfactoria– cómo ambos ven el asunto, contraponiéndose el uno al otro. Me veo forzado a simplificar mucho ciertas ideas; espero no distorsionarlas demasiado.

Dugin parte de una concepción filosófico-religiosa denominada “tradicionalismo” (también conocida como “perennialismo”), cuyo original expositor, René Guenón (1886-1951), estimó que el mundo moderno es, en general, uno de decadencia moral y espiritual, identificándolo con lo que en el hinduismo se conoce como Kali-Yuga (lit., “edad de Kali”) un periodo histórico inevitable (el cuarto y último de tres previos), en que las virtudes humanas decaen a tal grado que ya no pueden decaer más, trayendo consigo – necesariamente – una revolución epocal, luego de la cual se restaurará un orden físico y moral en el mundo.

Para los tradicionalistas, la modernidad – a pesar de sus grandes logros científico-tecnológicos – no hace del ser humano una persona fundamentalmente mejor, sino todo lo contrario. Tiende a corromperlo, cada vez más. Según el tradicionalismo, la tecnociencia se basa en una gran capacidad racional (de ratio, razón), pero que es inferior a lo que ellos llaman “intelecto” (del griego, nous, o el árabe aql), una facultad cognitiva a la cual el hombre moderno ya casi no tiene acceso, al hallarse sujeto a ideas y deseos que solo intentan satisfacerle y distraerle egoístamente, siendo cada vez más exacerbados por el progreso material de las sociedades en que vivimos y la manera de vivir que fomentan.

El mundo moderno es pues, para los tradicionalistas, un mundo decadente y sin trascendencia (pues su ciencia desestima que haya realmente Dios, almas o justicia cósmica), que carece de principios o valores absolutos, y cuyo único propósito es producir y consumir para la satisfacción de prácticamente cualquier deseo. Para Dugin, este es básicamente el mundo sobre el cual se ha construido el neoliberalismo y su “turbocapitalismo” (Lipovetsky) en las sociedades occidentales modernas y su forma de vida, lideradas por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, o el eje “Washington-Londres-Bruselas”, como a veces le llama. A este mundo, él contrapone el bloque euroasiático, liderado culturalmente por Rusia, que se sustenta en valores tradicionales, combatiendo así la colonización ideológica que se intenta imponer mundialmente: cierta interpretación de los derechos y libertades modernas (ahora conocidos como “derechos humanos”), que son defendidas por el eje antes mencionado.

Si al lector le resulta difícil o imposible asimilar lo anterior, no lo culpo. Sin embargo, esa es básicamente la concepción en que se basa la geopolítica de Dugin. Algunos autores académicos la denominan “metapolítica”, pues es una política que se erige sobre cimientos metafísicos.

La visión de Fukuyama es menos especulativa y preocupada que la de Dugin. Fukuyama ve con buenos ojos la globalización del capitalismo y las democracias modernas y liberales, hacia la cual – según él– nos dirige la historia mundial, casi inevitablemente. El viejo contendiente que tenía el liberalismo en su camino hacia el “fin de la historia” -–el socialismo marxista – ya feneció y no retornará. Toda la historia mundial, desde principios de la modernidad hasta nuestros días indica que nos dirigimos hacia “Dinamarca”, esto es, hacia sociedades prósperas, pacíficas, igualitarias, eficientes y sin corrupción gubernamental.

Nuestros reales problemas en la actualidad son la desigualdad, la corrupción y el terrorismo; una vez se solucionen, llegaremos a la tierra de Jauja, porque a pesar de los reveses y las demoras, la racionalidad hegeliana inmanente a la historia se realizará, nos guste o no. Curiosamente, Fukuyama reconoce que Dinamarca es el resultado de casuales circunstancias y condiciones (históricas, culturales, geográficas, etc.), en extremo favorables, que seguramente nunca se darán en países como Haití o Eritrea. Es decir, Dinamarca como “fin de la historia” es en parte producto del azar y no totalmente resultado de la racionalidad del curso de la historia según Hegel.

Un punto central en la concepción de Fukuyama es que las democracias occidentales, modernas y liberales, se fundamentan en la idea de “tolerancia”, que puso fin a las guerras de religión que azotaron a Europa a partir de la reforma. “La esencia del liberalismo – el conjunto de libertades laicas (que incluyen las religiosas) – es la tolerancia”, afirma Fukuyama. Es por ello que la democracia liberal es verdaderamente universal, porque ninguna sociedad en el mundo puede subsistir funcionalmente (al menos por mucho tiempo) sin respeto a la diversidad. “La democracia liberal es una adaptación funcional que surge de la necesidad de lidiar con la multiculturalidad, pues no existe ninguna sociedad que sea totalmente homogénea”, señala el politólogo. A juicio de Fukuyama, este tipo de democracia es la mejor, pues su principal virtud es, precisamente, ser tolerante.

La filosofía política de Fukuyama también contiene un componente de metafísica y conservadurismo. Asume una antropología filosófica; para Fukuyama, existe una naturaleza humana, condicionada biológicamente, común y universal a todas las culturas. Esta impone límites a lo que el hombre desea o intenta realizar, individual o socialmente, sean estas estilos de vida o formas de gobierno.

Aquí pareciera que ambos, Dugin y Fukuyama, coinciden, pero no es tanto así. El conservadurismo de Dugin es “más metafísico”, “más duro”, “ultraconservador”, si se quiere. Fukuyama es un “neocon” (neoconservador) abierto a recular o modificar sus tesis, si los datos empíricos le muestran lo contrario. Así, por ejemplo, en temas controvertidos – como el de los grupos Lgbti o la ideología de género – se muestra más flexible que Dugin, quien se resiste a aceptar que en algún momento en la historia, tarde o temprano, las culturas que conforman el bloque euroasiático (Rusia, China, India y Europa oriental) o del islam aceptarán abiertamente las reivindicaciones de aquellos grupos.

Todo esto nos retrotrae a lo que actualmente enfrentamos en nuestra nación. El encontronazo de dos maneras de ver y ser en el mundo. ¿Quiénes se impondrán finalmente en nuestro suelo, los valores tradicionales de la religión o las libertades modernas de occidente? Y luego que una se imponga, ¿ habremos hecho con ella un mejor país? Como se dice popularmente, “amanecerá y veremos”.

La Prensa, 6 de marzo 2018

viernes, 2 de marzo de 2018

Bartolomé de las Casas y su crítica de la modernidad

Abdiel Rodríguez Reyes

Introducción

Primero queremos establecer la distinción entre lo que supone una crítica de la modernidad de una crítica a la modernidad. Vale una brevísima demostración filológica: en la “crítica de la modernidad” la preposición que une es de, la cual denota pertenencia; en contraste, la “crítica a la modernidad” la preposición que une es a, la cual denota el modo de la acción. Pero más peso tiene la distinción política y ontológica. Para bien o para mal, todos somos hijos de la modernidad, la crítica política y ontológica depende de dónde nos ubicamos con respecto a esta. La crítica de la modernidad emana de ella, desde la posicionalidad del ser, así se demuestra que la modernidad tiene la capacidad de auto-crítica, ya sea para culminarse, como diría Jürgen Habermas. En cambio, la crítica a la modernidad emana desde la exterioridad, desde la posicionalidad del no ser. La crítica en ambos sentidos es compleja y no hay una manera rígida de distinguir exactamente la una de la otra, muchas veces se alimentan complejamente entre sí. La precisión del lenguaje mucho aportará a la crítica si la queremos hacer conceptualmente sustantiva. Veremos sucintamente las afirmaciones de Enrique Dussel e Immanuel Wallerstein sobre la crítica de la modernidad y el universalismo de Bartolomé de las Casas.

Continuar leyendo el artículo:
http://www.analectica.org/articulos/rodriguez-bartolome/

lunes, 19 de febrero de 2018

Lanzamiento del Repositorio Institucional Digital

La Universidad de Panamá (UP) hará el lanzamiento del Repositorio Institucional Digital (UP- RID), el cual pone a la luz pública la producción intelectual de la institución el cual será inaugurado el martes 20 de febrero del presente año, en las instalaciones de la Biblioteca Interamericana Simón Bolívar.

Luis Rodríguez, jefe del Departamento de Computo del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Panamá dijo que el Repositorio es el sitio o base de datos que permitirá la visualización, divulgación y manejo de los artículos de investigación, tesis de maestría y cualquier otro documento que emita la Universidad de Panamá.

Continuar leyendo:
http://www.up.ac.pa/portalup/view_noticias.aspx?id=1904

Dirección web del Repositorio:
http://www.repositorio.up.ac.pa/

sábado, 17 de febrero de 2018

Las malas conciencias

Pedro Luis Prados S.

Las conciencias culpables son desgraciadas: es un hecho conocido desde los griegos y utilizado en la rica psicología de su teatro; motivo de redención en la catarsis cristiana; tema de análisis en la filosofía clásica alemana y patografía examinada por el psicoanálisis, razón por la cual los humanos trasladan a otros esa culpabilidad que pesa sobre ellos.

“Un hombre es la suma de todos sus actos… es aquello que los actos han hecho de él”, decía André Malraux al buscar en la conciencia los sedimentos de la libertad humana. Nuestros actos son el resultado de una elección libremente escogida y somos responsables de ellos, con ellos construimos eso que llamamos destino. El alcance de un acto, su ponderación valorativa y la culpabilidad o satisfacción derivada de la moralidad del mismo, es un contenido de conciencia íntimo que dice a los demás lo que somos. No hay forma de eludir la responsabilidad y ante ella solo queda la racionalización de la culpa o la gratificación ética. De allí que el “libre albedrío” fuera la gran respuesta que san Agustín ofreció al problema de la culpa por el pecado y la posibilidad de expiación del mismo, dotando al creyente de esa gratificación que brinda la confesión y la eucaristía.

La racionalización de la culpa, introducida como patología por Eduard Jones (1908) en un periodo muy temprano del psicoanálisis empírico y desarrollado y aplicado por J.P. Sartre (1943) en su Psicoanálisis Existencial, es un comportamiento extendido en sociedades donde la educación y la cultura moral son tan deficientes que el sujeto no encuentra su sustancia como individuo ni su autenticidad. La racionalización es un procedimiento con el cual se justifica -de cualquier manera y a cualquier costo- lo actuado, para librarse de la responsabilidad inherente a la culpa. Si en la mentira el sujeto oculta un hecho a sabiendas de que miente, en la racionalización se convence totalmente de su mentira para ocultar lo espurio de la realidad. Así, la mentira adquiere una lógica interna y una secuencia discursiva que el emisor asume como una verdad absoluta. Se engaña a sí mismo para engañar a los demás. Vacío o viciado, actúa impelido por sus pasiones o por la simple figuración y solo la mirada de los demás lo remite a su condición de masa opaca y pusilánime dominada por la mala fe.

A las variantes psicológicas del panameño -encabezadas por el juega vivo- se ha sumado la racionalización en todas las capas de la sociedad, pero más evidente en los responsables de administrar el país. Desde presidentes a representantes de corregimiento, un manto oscuro y maloliente cubre a la administración pública. Las incompetencias y equivocaciones son trasladadas a la incomprensión social, a la oposición, a medios de comunicación, a fallas del sistema o a subalternos. La pérdida de autenticidad es tan dominante que las declaraciones de funcionarios y políticos se convierten en un espectáculo pueril y ridículo.

Con una ligera lectura vemos que el mea culpa del diputado Panky Soto no buscaba la redención, sino justificar su incompetencia y ambición personal, culpando a un organismo abstracto como “el sistema”; el bochornoso evento mediático de hace unos años, del diputado Carlos Afú abanicándose con fajos de billetes, argumentado “no los quería para mí, los quería para mi comunidad, que tiene muchas necesidades” o el más delirante “yo lo hice porque los demás lo hacían…”; las rabietas esquizoides del expresidente culpando de los levantamientos indígenas por la Ley Chorizo a los medios de comunicación, los sindicatos de trabajadores, los comunistas y educadores; las acusaciones y recusaciones de políticos en un juego de mesa de amplia participación en casos de corrupción; al presidente actual, increpando a todos por el intento fallido de instalar en la Corte Suprema a dos damas sin cumplir con los pactos de democratización con la sociedad civil.

Una interminable cadena de justificaciones racionalizadas evidencia esa patología en los partidos políticos, funcionarios públicos, jueces, dirigentes sindicales y la sociedad en general. Como si fuera poca la alienación promovida por la disolución familiar, los bajos niveles culturales, la vulgaridad mediática, una educación deficiente, la enajenación religiosa, deportiva y el clientelismo, los corruptos siguen cometiendo faltas y nadie saca tarjeta roja, mientras el capitán de la nave en naufragio invitó a carnavalear para evitar el pánico. Si como sociedad y como Estado no aplicamos los correctivos, muy pronto la racionalización, al igual que la corrupción, serán las únicas “marcas país” que nos caracterizarán más allá de nuestras fronteras.

La Prensa, 17 de febrero del 2018

jueves, 8 de febrero de 2018

Los derechos humanos como religión secular

Ruling Barragán Yáñez

Yuxtaponer los términos “religión” y “secular” parecería ser un oxímoron, esto es, una expresión contradictoria, como decir “fuego de nieve”, o el clásico “círculo cuadrado”. Sin embargo, desde cierta interpretación, hablar de los derechos humanos como religión secular es perfectamente comprensible, una vez se entiende el contexto actual de nuestros modos de pensar, sentir y actuar en la denominada posmodernidad.

Si comprendemos que por “religión” podríamos referirnos a toda concepción del mundo y el hombre que conlleva pautas de conducta para la convivencia humana y que le dan un sentido global a su existencia, entonces los derechos humanos pudieran entenderse como una religión. Y si además reparamos en el hecho de que los derechos humanos en occidente no apelan o se sustentan en la creencia de ningún ser o ente superior al hombre (a diferencia de la Declaración Islámica de los Derechos Humanos, o Declaración de El Cairo), se entiende perfectamente pues, lo de “religión secular”.

Dicho lo anterior, el problema está en que, una vez se analizan las cosas en detalle –donde se halla al diablo, según el refrán– los derechos humanos no son una idea tan secular como se cree o supone. Hay algo de mito en ella, como en toda buena religión.

Pero que no piense el lector o lectora que los mitos son necesariamente malos. Como se sabe desde hace buen tiempo, gracias a la psicología y la antropología cultural, los mitos pueden ayudarnos a superar dramas y traumas, no solo infantiles, sino también adultos.

Nuestros mitos hoy no son aquellos que narran los Vedas, el Chuang-Tsu, los sutras, el Popol-Vuh, la Tanaj o los evangelios. Actualmente, nuestras preferencias son menos coloridas y fantásticas, siendo –de hecho– literariamente inferiores. Incluso han devenido opacas y aburridas. Reemplazamos a los dioses antiguos por abstracciones modernas.

Nuestras divinidades contemporáneas son la “democracia”, “justicia”, “libertad”, “igualdad”, entre otras, las cuales constituyen nuestro panteón moderno y secular de principios abstractos. Este se resume y articula en ese decálogo laico denominado Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo principal artículo de fe es “la dignidad humana”. Y si alguien duda de que las Naciones Unidas asumió la dignidad humana como un artículo de fe –secular, claro– que vaya al propio texto y verifique.

Con tal decálogo, nuestros antiguos sacerdotes y teólogos son ahora sustituidos por abogados y juristas.

Y si ya conocemos quiénes son nuestros dioses y mediadores, entenderemos también quiénes nuestros demonios secularizados: la desigualdad, pobreza, discriminación, opresión, injusticia, corrupción, violencia de género, etc.

Por supuesto, retornar al mundo mítico-religioso de la antigüedad no es solo imposible, sino que tampoco sería deseable. No podemos canjear nuestras actuales libertades, ciencias y tecnologías por fábulas, barbaries y precariedades de antaño. A todo esto, podríamos preguntarnos, si hay algo de mito en la idea de los derechos humanos, ¿qué tan esperanzador resulta este mito? Tengo mis dudas en lo que se refiere a lo que Walter Benjamin llamaba “las víctimas inocentes de la historia”. Irónica y tristemente, los derechos humanos se enunciaron luego de los más horrendos episodios de la Primera y Segunda Guerra Mundial, pero aquellos derechos no nos sirven para restituir o reparar la vida de todos los que la historia ha masacrado y desecrado a su paso.

Los derechos humanos, a diferencia de otras religiones, no proponen –ni siquiera pueden proponer– rescatar a la humanidad pasada de la nada en que la hemos sumido.

Sus proclamas ven hacia el presente y futuro; solo miran los trágicos cimientos sobre los cuales fueron erigidos para reclamar una justicia que siempre resultará insatisfactoria, pues todo lo humano es limitado e imperfecto.

Son una verdadera religión secular, al igual que el marxismo-leninismo, que solo promete redención y salvación a los que viven aquí y ahora, en dirección al mañana, pero olvidándose del Otro en el ayer, para el cual solo tiene homenajes y recordatorios, pero no verdadera vida.

Concebidos así los derechos humanos –según se suelen interpretar y nos es posible realizarlos–, tendremos la cuestionable reputación de ser la primera civilización en la historia que ignora y abandona toda esperanza en la restitución de la dignidad y la vida de los que ya no están con nosotros.

Si el mito secular de los derechos humanos descuida y reniega de su esencia espiritual, bien podemos dudar de que nos sirva para hacer realidad lo que -en el fondo- exige, promete y espera.

La Prensa, 08 feb 2018

viernes, 26 de enero de 2018

Burguesía y adecentamiento político

Miguel A. Candanedo

A raíz de la circulación por las redes sociales de comentarios vertidos por una sobrina de la principal dirigente de Movin, se evidencia la naturaleza y el carácter lumpemburgués del sector de la “yeyesada”, que convocó la concurrida concentración de panameños en la cinta costera el pasado martes 9 de enero, supuestamente en rechazo de la corrupción imperante en la sociedad panameña, especialmente en el sector de la denominada dirigencia política y empresarial.

El lenguaje y expresiones y tono vulgar de la aludida joven retratan el cuerpo entero, la naturaleza deformada y decadente de la conducta de las concepciones y del pensamiento pedestre y chabacano de algunos de los convocantes a la concentración, que le restan credibilidad como voceros del descontento mayoritario de los panameños frente a la descomposición moral de los que equivocadamente son denominados como “la clase política de la sociedad panameña”.

Si agregamos el deprimente acto de gritos, improperios e insultos frente a la residencia del presidente de la República, protagonizado por un grupo de asistentes a la concentración, se evidencia de cuerpo entero la carencia de autoridad moral de la lumpemburguesía convocante para pretender erigirse en los catones, en los censores, en la conciencia crítica y moral de los panameños.

Lamentamos que un crecido número de panameños, inclusive familias enteras de respetables ciudadanos, se dejaran seducir por los llamados de sectores decadentes de la lumpemburguesía, que a falta de un proyecto alternativo de democracia popular no encuentran otra salida que el anteproyecto de la ley sobre la muerte civil. Si los sectores convocantes hubiesen realmente rendido homenaje póstumo a los mártires de enero, habrían convocado igualmente a los dirigentes estudiantiles, obreros, campesinos e indígenas y a las organizaciones profesionales de capas medias, a que todos unitariamente hiciéramos el homenaje cívico a los mártires, una ocasión para replantear la democracia panameña y la erradicación de todas las prácticas corruptas en ejercicio político de gobernar al país.

La Prensa, 26 de enero 2018

sábado, 6 de enero de 2018

La hora del proyecto nacional

Roberto Arosemena Jaén

Existimos, hace 170 años, bajo el yugo de las relaciones entre Estados Unidos y la actual Colombia. El interés de estos dos Estados es el control de la zona de tránsito. Obtener el máximo beneficio del transporte de gente, productos, dinero y soldados.

Lo terrible de estas relaciones fue que en 1903 una decisión unilateral de Estados Unidos –construir el Canal– fue razón suficiente para iniciar un conflicto bélico entre esas dos naciones y acantonar fuerzas militares en Panamá.

Los grandes se entienden y en 1914 restablecen las relaciones amistosas con el tratado Thompson–Urrutia y deciden mutuamente seguir usufructuando del Canal recién construido. No obstante, las tropas estadounidenses permanecen en Panamá, hasta que se desencadenó el conflicto del 9 de enero de 1964.

Se puede decir que en esta fecha empezó a ejercerse la soberanía popular y Estados Unidos decidió que los panameños administrarían el Canal, pero dentro de los parámetros del tratado de 1914. Este es el sentido del Tratado de Neutralidad permanente del Canal –definido en el Anexo A– y del Tratado de Funcionamiento permanente del Canal de Panamá–o Canal de esclusas–, además de los tratados colaterales de Montería y el Boyd–Liévano de límites marítimos que Panamá se ha visto forzado a pactar con el Gobierno colombiano, sin reciprocidad alguna.

El 9 de enero de 1964 es un hito histórico que altera la inercia de la nación panameña en el tema de la soberanía. De no ejercer soberanía sobre la Zona del Canal de esclusas, se pasó a exigir  el retiro inmediato de las fuerzas militares, acantonadas en suelo panameño, como si la soberanía fuese erradicar la presencia física de la gendarmería yanqui.

Con base en esta expresión restringida de soberanía se negoció la abrogación del tratado Bunau–Varilla entre 1964 y 1977. Lo lamentable de estas negociaciones era erradicar la ocupación militar estadounidense para defender a Panamá de Colombia, que ya había perdido su sentido práctico desde 1914.

Los gobernantes panameños ignoraron que el mandato del 9 de enero era desmantelar el imaginario de que Panamá era una graciosa concesión del imperio del norte que había raptado parte del territorio de Nueva Granada o la pequeña Colombia para cedérselo a los istmeños.  Positivamente,  la voluntad soberana de 1964 era el dominio perpetuo de Panamá como zona de tránsito, sin incluir las prerrogativas de Estados Unidos y Colombia.

A eso apunta el concepto de zona de tránsito como patrimonio inalienable de la nación panameña y  el contenido de la neutralización  defendido por los panameños, que por lo demás, está en abierta contraposición con el concepto de neutralidad contenido en los tratados canaleros de 1977.

Este  aniversario del 9 de enero nos obliga a debatir si la nación panameña puede adquirir las características de un Estado nacional soberano o seguir con la pésima figura de ser un sitio de negocio e inversión a las orillas de un Canal.

Decir que el 31 de diciembre de 1999 es el mejor homenaje que la patria panameña puede entregar a los mártires de la soberanía no solo es una burla a la dignidad de los panameños, sino una falsa concepción historiográfica de lo que hemos sido, somos y seremos como pueblo.

Nuestra lucha soberana no es una lucha de banderas ni de símbolos patrios, sino una esperanza de poder controlar toda nuestra zona de tránsito sin tutelaje extranjero y ponerla al servicio de esta y las futuras generaciones.

La Prensa, 6 de enero 2018