domingo, 22 de mayo de 2011

Ciudadanía y sociedad del conocimiento

Francisco Díaz Montilla

Se nos dice que como “estamos” en la sociedad del conocimiento es necesario que la escuela y la universidad se centren en y promuevan el estudio de las asignaturas fundamentales: ciencias naturales, idiomas, matemáticas y tecnología.

Tal vez esta exigencia poco tenga que ver con la necesidad de desarrollar competencias epistémicas y de constituir una cultura del conocimiento y de la investigación como con la necesidad de formar mano de obra para la demanda de los sectores productivos.

Lo demás: las humanidades, el arte, la filosofía, las ciencias sociales están relegadas a un segundo plano. Nunca se ha visto que las sociedades prosperaran materialmente haciendo filosofía, escudriñando el pasado o mediante las bellas artes. Aunque estas prácticas estarían relacionadas con la prosperidad espiritual, hay quienes señalan que ello es posible solo bajo el presupuesto de la prosperidad material. No voy a discutir si esto es así o no lo es y lo dejaré para la reflexión del lector de estas líneas.

Bertrand Russell escribió en su célebre obra Los problemas de la filosofía: “Si todos los hombres vivieran bien, si la pobreza y la enfermedad hubiesen sido reducidas al mínimo posible, quedaría todavía mucho que hacer para producir una sociedad estimable”. Supongamos, pues, que con las aplicaciones de las ciencias, las competencias idiomáticas en inglés y castellano, las matemáticas y la tecnología que desarrollaremos y que no simplemente importaremos, el país produce tal cantidad de riqueza que no existen pobres o al menos son mínimos los que hay. La pregunta sería ¿cómo producir una sociedad estimable? Y más específicamente, ¿cómo formar y no solo instruir al ciudadano de esta sociedad?

Este problema, el de la sociedad estimable, importa muy poco a nuestros tomadores de decisiones en materia educativa y curricular; les importa tan poco que lo vanalizan. Para justificar sus decisiones dicen que sus propuestas son integrales, ya que los cursos de cívica y ética, moral, valores y relaciones humanas en los colegios garantizarán que en las aulas no se formen robots, sino personas o seres humanos responsables y comprometidos. Aunque no hay, por supuesto, estudios de ningún tipo que midan o al menos permitan correlacionar las variables enseñanza/aprendizaje de la cívica o la ética y el comportamiento deseable profesional y ciudadanamente. ¿Garantiza acaso la ética seres más responsables y la cívica, mejores ciudadanos?

En lo que a cívica respecta, hay serios problemas relacionados con el poco tiempo destinado a su enseñanza, su sentido academicista o sus contenidos no pertinentes. En cuanto a la ética, el principal obstáculo es su naturaleza catequística y adoctrinante desde el punto de vista religioso. En ambos casos los jóvenes sienten que es una pérdida de tiempo.

Pero no todo está perdido. En algunos colegios particulares, en lugar de enseñar la cívica de África, Asia y Oceanía en noveno, se ha optado por enseñar cultura de la legalidad. Y según he podido notar, los estudiantes se muestran muy interesados, participan activamente, preguntan o cuestionan más y valoran lo que se les enseña.

http://impresa.prensa.com/opinion/Ciudadania-sociedad-conocimiento_0_3118938226.html