sábado, 8 de febrero de 2014

Frente a la propaganda, reflexión

Roberto Arosemena Jaén

La política conduce a la desesperación cuando se desconoce la historia y no se goza de un fuerte sentido de moral pública. La sociedad alemana sucumbió a la propaganda nazista, solo se liberaron los que tenían alta cultura y fortaleza moral. La muchedumbre es sometida desde adentro, psicológicamente, pero hay individuos que logran blindarse. En esto consiste la esperanza.

Panamá está a punto de sucumbir a los mazazos publicitarios del equipo de Ricardo Martinelli. Estos son de dos tipos: lo concerniente a las elecciones del 4 de mayo próximo, y lo relacionado a la disolución del contrato entre Grupo Unidos por el Canal (GUPC) y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).

Los mazazos publicitarios para ganar las elecciones presidenciales de mayo se reducen a una publicidad atractiva, con base a consejos, obras y fantasías de “Martinelli presidente” y a encuestas sobre el “Mimito presidente”. Con estas tácticas propagandísticas, analistas y experimentados políticos partidistas van cayendo en el derrotismo contagioso. El triunfalismo de CD es creciente y se va consolidando el mito de que ganará el que está dando y corrompiendo.

El mazazo publicitario de la ACP se desató cuando Martinelli dijo, palabras más, palabras menos: “El contrato se cumple o se van. Panamá no cede al chantaje”. Desde ese momento la ACP repitió no cederemos al chantaje y el Canal tiene la plata para terminar el trabajo de la ampliación.

Las prácticas del buen negocio se olvidaron y surge el pugilato de quien grita más. En instantes, España regresó con los espejitos que se habían roto en 1821. La muchedumbre exaltada repitió: “Si el contrato no se cumple, viva Panamá”. El enemigo común, propio del nazismo, se creó en semanas.

Todavía no se sabe cuánto costará reincidir el contrato de marras. Jorge Quijano se dio cuenta en el último momento que más valía la sangre fría y, desde entonces, crece la voz de abandonar la demagogia de la religión de todos los panameños y sacar la calculadora para comparar los costos y el tiempo de la “Alternativa B”. Si es que hay algo más económico que la alternativa en marcha.

Los que conocen el tratado de funcionamiento del Canal, el mismo que el de neutralidad, saben que los peajes –que pagan las navieras– se destinan para el funcionamiento ininterrumpido del Canal de esclusas, y que si hay excedentes, solo si hay, estos pasan al Tesoro Nacional o al manejo presupuestario del gobierno de turno. Cuidado que no alcancen ni siquiera para cubrir el pago por tonelaje neto que se recibió en 1999.

En términos prácticos esto significa que la ampliación del Canal la pagan los usuarios y cualquier sobrecosto de la obra afectará los peajes y las transferencias que se hagan al Tesoro Nacional. Este es el problema que desató la impetuosidad del Presidente de cerrar cualquier arreglo fuera de la letra del contrato, sin considerar un acuerdo para finalizar la obra al menor costo y al menor tiempo. ¿ Y los candidatos que hablaron con Joe Biden, al respecto?

Lo cierto de estos mazazos a la estabilidad social, en este período, es que el escenario electoral está modificándose, día a día. Hay que empezar a preguntar si el continuismo del gobierno Martinelli es la mejor garantía para el aumento de peajes y para mantener los aportes al Tesoro.

¿Será el colapso de las festividades del centenario del Canal de esclusas razón para que el electorado y los financistas de la partidocracia opten por nuevas alternativas y desplacen sus contribuciones secretas hacia otros candidatos?

Por el momento, se puede manejar la hipótesis de que Martinelli no meterá las manos en la ACP, que la sociedad panameña deje de ser manipulada por querellas contractuales y que la administradora del funcionamiento del negocio canalero resuelva su problema de sobrecostos sin perjudicar los pagos al erario.

http://impresa.prensa.com/opinion/Frente-propaganda-Roberto-Arosemena-Jaen_0_3863613670.html

viernes, 7 de febrero de 2014

Racionalidad económica y control de precios

Francisco Díaz Montilla

Siguiendo a Max Weber (Economía y sociedad: Esbozo de sociología comprensiva), el adjetivo “económico” y el sustantivo “economía” podrían entenderse desde un punto de vista formal y/o sustantivo. Mientras que el primer sentido se refiere a una modalidad de la conducta (las acciones motivadas por el cálculo racional que busca maximizar el beneficio u optimizar los medios en relación a los fines), el segundo se refiere a un sector de la cultura (actividades, indicadores o procesos que tienen que ver con la creación, distribución o consumo de bienes y servicios).

A ambos sentidos corresponden especies distintas (complementarias según algunos) de racionalidad: la formal y la material. Según Weber, la racionalidad formal de una gestión económica es “el grado de cálculo que le es técnicamente posible y que aplica realmente”. Mientras que la racionalidad material es “el grado en que el abastecimiento de bienes dentro de un grupo de hombres (cualesquiera que sean sus límites) tiene lugar por medio de una acción social de carácter económico, orientada por determinados postulados de valor (cualquiera que sea su clase), de suerte que en aquella acción fue contemplada, lo será o puede serlo, desde la perspectiva de tales postulados de valor”.

Desde el punto de vista weberiano, la racionalidad económica no solo se refiere a la optimización de medios y fines, sino también al “abastecimiento de bienes dentro de un grupo orientado por postulados de valor”. Ambas racionalidades admiten cálculo, pero mientras que la primera atiende solo a la satisfacción de necesidades individuales, la segunda considera exigencias éticas y políticas. Esta distinción es particularmente importante en la actual coyuntura panameña.

Desde el punto de vista liberal, el “espacio” en el que la racionalidad formal se explaya sería el mercado, en tanto que es una consecuencia natural de necesidades que satisfacer bajo parámetros de optimización, tanto por los demandantes como por lo oferentes. Bajo este supuesto, la consecuencia lógica sería la funcionalidad del mercado; que –bajo dichos criterios– se puede considerar máximamente consistente (estable). Esa consistencia colapsaría cuando elementos ajenos a tales parámetros son agregados.

¿Pero no es eso en lo que desemboca la racionalidad sustantiva o material a la que se refiere Weber? Una estrategia de control de precios, por ejemplo, aspira a que el abastecimiento de bienes tenga lugar por medio de una acción social orientada por determinados postulados de valor, algunos –tal vez– más demagógicos que otros (v.g., la justicia social o económica, poner alto a la especulación, etc.).

¿No obstante, se logran realmente dichos postulados? Pienso que no; de hecho los efectos suelen ser los opuestos: menos producción, menos acceso a productos, precios más altos, entre otros. Por esto, las consecuencias prácticas inmediatas son al menos dos: la primera, los sectores sociales a los que esas estrategias pretenden amparar terminan siendo más perjudicados. La segunda, el sistema económico es menos estable en un contexto de control de precios (léase de intervención gubernamental) a uno en el que la dinámica de las relaciones económicas está determinada por las capacidades reales y potenciales de los individuos; en cuyo caso, serían más los perjudicados que los beneficiados.

http://impresa.prensa.com/opinion/Racionalidad-economica-Francisco-Diaz-Montilla_0_3862863769.html

miércoles, 5 de febrero de 2014

Comunicado Contra la violencia fascista en Venezuela

Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad

Desde hace varias semanas la derecha fascista en Venezuela ha venido llevando a cabo un conjunto de acciones de desestabilización, orquestadas en acompañamiento con las agencias de inteligencia del imperialismo. El plan tiene como principal objetivo generar situaciones de violencia en las calles, especialmente en los Estados fronterizos con la República de Colombia. Dentro de estas acciones se sitúa el asedio y ataque a la Residencia del Gobernador José Vielma Mora en el Estado Táchira, del cual fueron víctimas su esposa, hijos y niños en condiciones especiales que reciben allí tratamiento médico. Lideradas y aupadas por partidos de extrema derecha como Voluntad Popular, estas acciones se repitieron en otras ciudades del país provocando heridos, cierre de calles, destrucción de propiedad pública y privada, así como actos de provocación a las fuerzas policiales; hasta que en el día de ayer, 12 de Febrero, fecha en la que se realizaban los actos en conmemoración del Bicentenario de la Batalla de La Victoria y Día de la Juventud, la violencia hizo máxima eclosión tras sendas manifestaciones pacíficas de parte de jóvenes revolucionarios y de oposición, con un saldo terrible de tres personas muertas, la quema de cinco vehículos oficiales, la destrucción de la fachada de la sede principal de la Fiscalía General de la República, y el asedio e intento de destrucción de varias oficinas de instancias judiciales y gubernamentales, que hacen pensar en un plan de tipo ucraniano. Todo ello en coincidencia con el continuo llamado público de Leopoldo López y María Corina Machado de “salir a la calle sin retorno”, hasta lograr que el Presidente de la República renuncie.

http://segundacita.blogspot.com/2014/02/comunicado-de-la-red-de-intelectuales.html