lunes, 9 de noviembre de 2009

Educación y razón objetiva

Francisco Díaz Montilla

La palabra “educación” proviene del vocablo latino “educare” que significa guiar hacia fuera. La idea es que mediante ella, el individuo sea encauzado hacia el pleno desarrollo de sus potencialidades, que saque o muestre lo mejor de sí: valores, virtudes, actitudes, conocimientos.

La educación, vista desde el punto de vista etimológico, tendría poco que ver con atiborrar de información la cabeza del estudiante.

El filósofo Fernando Savater ha escrito que la finalidad primaria de la educación es la de potenciar la razón; en esas mismas líneas, Edgar Morin ha señalado que la finalidad fundamental de la educación es garantizar individuos con la cabeza bien puesta. Hasta ahora, no hemos logrado ni lo uno ni lo otro.

Pero la potenciación de la razón de la que habla Savater merece ser comentada. Contrario a lo que se podría pensar, la palabra “razón” no es unívoca. El filósofo alemán Max Horkheimer, por ejemplo, hizo una distinción entre “razón subjetiva” y “razón objetiva”.

La razón subjetiva es la razón que va de los medios a los fines. En ella se trata de utilizar los medios adecuados para garantizar ciertos fines propuestos no sometidos a discusión racional. Lo importante desde este punto de vista es la solución de problemas técnicos. Este tipo de razón es llamado, también, razón instrumental; desde ella, el sentido básico de la educación es atender problemas concretos: de la empresa, del mercado de trabajo, de la sociedad del conocimiento, etc. Por ello, es suficiente el uso instrumental del lenguaje (materno o extranjero) o del cálculo aritmético.

El pensamiento lógico es importante no en su dimensión crítica, sino por los resultados o utilidades que se podrían obtener de su aplicación.

La razón objetiva, en cambio, está dirigida a la consecución de fines sometidos a enjuiciamientos práctico-morales. De esta manera, la acción se encamina a la consecución de los grandes ideales humanos de justicia y libertad. No interesa la ciencia ni la técnica desde el punto de vista productivo o económico a secas. Es necesaria la reflexión sobre la ciencia misma, y sobre la técnica, y sobre la producción y la economía. Relacionando lo que postulan Savater, Morin y Horkheimer, diría que los ideales educativos referentes a la potencialidad de la razón y a la cabeza bien puesta solo tienen sentido desde la perspectiva de la razón objetiva.

Este es un punto fundamental a considerar, a propósito de la propuesta de transformación curricular de Meduca. ¿Con qué tipo de razón está comprometida la propuesta en cuestión? Una lectura del documento que circula entre los docentes no deja lugar a dudas: la transformación curricular está orientada por los ideales de la razón subjetiva o instrumental. Al final, lograremos una acentuación de problemas que ya tenemos: individuos cuyo interés primario no es ser, sino tener; profesionales exitosos, tal vez, no necesariamente mejores ciudadanos; trabajadores inconscientes de su explotación, etc. Y aunque todo esto es tremendamente significativo desde el punto de vista de la lógica del sistema económico-político imperante, pero nada tiene que ver con los grandes ideales que ha afirmado históricamente la humanidad. Por ello, la propuesta educativa de Meduca no es educativa en sentido alguno.

http://impresa.prensa.com/opinion/Educacion-razon-objetiva_0_2699730125.html