viernes, 18 de noviembre de 2005

Bolívar y la geopolítica actual

Roberto Arosemena Jaén

En 1815 Bolívar -el creador de la República de Colombia 1819-1830- redactó el primer pronóstico político sobre el futuro de Panamá con una visión globalizante. En ese momento, en búsqueda de una capital para el futuro Estado, señalaba la posibilidad de que Santa Fe de Bogotá, Maracaibo o Panamá llegasen a ser el núcleo de la República pensada. “Panamá para Hispanoamérica será como Corintio para los griegos” un punto de encuentro y enlace para la posible confederación de los pueblos que serían liberados del férreo control peninsular.

Bolívar desde el exilio en Jamaica se preparaba para la lucha por la independencia.

Cuando logró fundar a Colombia, desde Angostura libera a Nueva Granada y admite la autoliberación panameña. Luego, extiende su campaña liberadora hacia Quito, Lima y el alto Perú. La breve historia de Colombia y la trágica lucha civil intestina entre facciones y gendarmerías abortan la institución estatal hispanoamericana con mayor posibilidad de éxito: la República de Colombia. Luego vendrán Venezuela, Nueva Granada, Panamá y Ecuador.

De otra parte, Perú y Bolivia continúan con su leve vestigio bolivariano. Hoy, cerca de 175 años del colapso integracionista del genial libertador, nuevos movimientos de integración se extienden no sólo por el continente sino por todo el globo terráqueo.

En este mes, la política internacional errática de Panamá e Hispanoamérica, lleva al segundo Torrijos a México para servir de mensajero del posible eje México, Venezuela y la actual Colombia -la pequeña-.

Inmediatamente después, Iberoamérica se reúne en Salamanca para hablar de la eventual consolidación con el bloque europeo, y a finales del lluvioso octubre se realizará en Argentina la siempre postergada integración del panamericanismo bajo la supervisión de Washington. La agenda internacional del segundo Torrijos se concluye el 7 de noviembre con la sorpresiva reunión en Panamá de los hijos del poder. Previo a este encuentro, Héctor Alemán asiste como jefe de la Policía a la reunión de los ejércitos panamericanos donde se dan instrucciones sobre la agenda común en la lucha contra el terrorismo y se espera concluir, aceleradamente, en tratados de libre comercio con Estados Unidos.

El contraste entre la visión del mundo de Simón Bolívar con los actuales gobernantes de Latinoamérica es abismal.

Mientras que Bolívar tenía un proyecto geopolítico lúcido para integrar a Hispanoamérica en el consorcio de los Estados nacionales, los gobernantes de hoy se desviven para correr de un bloque a otro y para sugerir iniciativas fantasmas en un mundo polarizado por el dólar, por las armas de destrucción masiva y por los especuladores del petróleo y de las energías alternas.

La Unión Europea y el presidente Bush se disputan la inclusión y la exclusión de Cuba en estas maratónicas reuniones con tufo de “Guerra Fría”, mientras que los acuerdos bilaterales entregan a Estados Unidos y a la Unión Europea el comercio al por menor, la administración de las empresas de servicio público, el suministro de bienes y equipos a empresas estatales, la liberalización de los productos agrícolas y pecuarios e incluso las idoneidades profesionales.

El trato preferencial y nacional a los empresarios de los países contratantes los ponen en una clara ventaja para desalojar e eliminar a los nacionales. Es soltar el tigre bien alimentado en un rebaño hambriento y en desbandada. El caso argentino y mexicano es aleccionador.

El proyecto de Bolívar de un Estado de ciudadanos libres, educados y disciplinados, forjados en la moral pública y en la vocación de servicio de los gobernantes se desmorona. El interés por la corrupción y la existencia de ejércitos dependientes técnicamente nos convierte en interlocutores débiles, erráticos y ambiguos.

El triste papel de las fuerzas armadas hispanoamericanas y de la OEA ha logrado sustituir las intervenciones estadounidenses por operaciones pacificadoras y negociadoras, por ejemplo en Haití y Nicaragua respectivamente. Además, Bush y Uribe Vélez utilizan el nombre establecido por Bolívar para consolidar el primer Estado andino, Plan Colombia, para camuflar la intervención y provocar a Venezuela a iniciar una acelerada modernización de su ejército y a replantearse la obsoleta doctrina de seguridad nacional.

En este contexto Panamá se deja entusiasmar por aventuras comerciales, económicas y presuntamente militares.

El tratado de libre comercio, el Plan Puebla Panamá con la inclusión de Caracas y Bogotá y la declaratoria de guerra al terrorismo son temas extremadamente importantes que no pueden dejarse en manos de Bush y del segundo Torrijos.

http://hispanoamericaunida.com/2013/05/18/bolivar-y-la-geopolitica-actual/

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Noviembre y los hijos del poder

Roberto Arosemena Jaén

No se trata ni de reinos ni de repúblicas hereditarias como es el caso de Marruecos y de Siria. Se trata de Estados Unidos y Panamá. En el mundo islámico subsiste el parentesco como forma de legitimar la autoridad política, pero acá existen las elecciones y el principio de un hombre un voto. ¿Cómo se explica usted que los Bush en Estados Unidos "naturalmente sean buenos candidatos para gobernadores", y cómo se explica usted que un hijo de Torrijos sea gobernante en Panamá?

La explicación es simple aunque no exclusiva. Porque en Panamá y Estados Unidos los enfoques antropológicos son más efectivos que los enfoques políticos para analizar el ejercicio del poder. Con todo, el problema en Panamá y Estados Unidos no es la forma como se accede al poder, sino la forma como se retiene y se ejerce el poder político administrativo. Tanto el segundo Bush como el segundo Torrijos son más presidentes por relaciones de parentesco que por consenso ciudadano, pero lo significativo en el momento actual, es que ambos como presidentes son responsables de garantizar el orden y la salud pública de sus respectivos Estados. Ellos monopolizan la violencia y tienen la prerrogativa de manejar los miedos y las amenazas difusas. Miedo, desde Platón, es la espera del dolor o la amenaza de la pérdida futura. Bush, con el miedo a bin Laden, destruye al gobierno talibán que lo protegía y con el miedo al uso de las armas de destrucción masiva acaba con Husein y se proclama soldado universal en "guerra contra el terrorismo" sin importarle el fracaso de las Naciones Unidas. Por fortuna, Torrijos no llega a tanto, pero monta tanto como Bush. En el plano nacional, por ejemplo, paraliza al país desde el 2 de noviembre para impedir manifestaciones anti Bush. Además, permite que su policía detenga a 25 manifestantes la tarde del 7 de noviembre en un operativo provocador en donde sobraban los policías y faltaban los manifestantes. Luego, ante la protesta universitaria del día 8 para exigir la libertad de los 25, reprime desproporcionadamente a los estudiantes enmascarados -no se sabe cuántos infiltrados- y bloquea al día siguiente el acceso al campus a las mismas autoridades responsables de su funcionamiento.

 Un poder presidencial que se ejerce fuera de la ley internacional -caso de Estados Unidos- y fuera de la ley nacional -caso de la Policía panameña- es un efectivo motivo de preocupación para los respetuosos del régimen de derecho. Halcones como D. Rumfeld y H. Alemán no se entienden fuera del apoyo recibido por los señores presidentes de la República. La estrella de Bush empieza a declinar y en la medida en que pierda el consenso popular el poder del Congreso aumentará y logrará neutralizarlo.

Por el contrario, en Panamá, la estrella del segundo Torrijos vuelve a brillar en las encuestas. De allí que el poder represivo del triunvirato Torrijos-Alemán-Mirones se seguirá intensificando. Prueba de esta intensificación es la corredera de las autoridades universitarias para restablecer, inútilmente, los vínculos con la Fuerza Pública, y la impunidad de estas para dar explicaciones de su extralimitación de funciones en el bloqueo de los accesos al campus.

El resultado ha sido el mea culpa de una Universidad atemorizada que solamente se atreve a abrir sus puertas luego de determinar una serie de prohibiciones, por lo demás ineficaces, en la forma de protestar del estudiantado y de los "posibles" infiltrados. Ni las autoridades universitarias ni las gubernamentales están autorizadas ni a permitir delitos ni a usar fuerza desproporcionada para reprimirlos.

La cultura de la violencia tiene que ser erradicada del mundo de hoy. Naciones Unidas está obligada a ser freno para impedir el uso de la fuerza como instrumento de chantaje y negociación, y ubicar a Estados Unidos como una potencia respetuosa de los principios del derecho internacional. Domésticamente, la ciudadanía y las Instituciones autónomas deben estrechar el triunvirato de la represión y enseñarle al segundo Torrijos que la Fuerza Pública está sometida a la ley y no a la arbitrariedad de un Ministro de Gobierno y Justicia.

Es hora de que los panameños sepan utilizar el poder democrático de elegir y frenar a sus gobernantes. El parentesco, el clientelismo y la plutocracia partidista requieren ser neutralizados. A corto plazo ya vienen las elecciones para renovar las autoridades universitarias y los electores tendrán que pronunciarse. En el caso del gobierno de turno las cosas son más complejas, ya que tiene tres años para maquillarse, mientras que la oposición plutocrática juega a las alianzas y al caudillismo.

http://impresa.prensa.com/opinion/Noviembre-hijos-poder_0_1609339218.html