miércoles, 30 de julio de 2014

Ética, valores y derechos humanos

Ruling Barragán

Al igual que mi compilación y edición de artículos sobre filosofía y religión, los textos que aquí comparto son de carácter divulgativo. En este caso, los temas tratados tienen que ver con los derechos humanos, la ética y los valores. Naturalmente, estos tópicos suelen relacionarse entre sí con bastante facilidad y, hasta cierto punto, sus contenidos tienden a identificarse.

Todos los artículos presentados han sido ya publicados en diarios nacionales (La Prensa y el Panamá América) y sus sitios web, a excepción de dos sinopsis de libros sobre derechos humanos, las cuales aparecen en el sitio www.polylog.org (de Wien, Alemania), todavía activo. Una de estas sinopsis, Dilemmas of Justice, de Monique Deveaux tiene incluso el privilegio de aparecer aún referida en el sitio de Cornell University Press.

El lector notará que mi visión filosófica de los derechos humanos, la ética y los valores es, en términos generales, bastante convencional. Sin embargo, no dejará de percibir cierto ‘agnosticismo de apertura metafísica’. Con esto quiero decir que la esencia de lo ético no puede ser comunicada con palabras (una vieja y trillada idea wittgensteiniana), pero éstas pueden – en algunos casos – incidir en la conducta de una persona de modo especial, aunque sólo momentáneamente. El razonamiento ético es vergonzosamente impotente para hacer del hombre y el mundo algo esencialmente mejor. No obstante, las cosas serían peor sin él; por ello es imprescindible mantenerlo y transmitirlo. Mientras se mantenga y transmita, algunos tendrán la fortuna o gracia de encontrar Eso o Aquello que le da pleno sentido y valor a toda noción, juicio o argumento en torno al bien y la justicia…

Con esta compilación y edición cierro también un capítulo personal. Ya no tengo más palabras que agregar sobre estos temas. A fin de cuentas, lo que en verdad importa en ética no son las palabras, sino la acción y voluntad humana por realizar lo bueno y lo justo.

https://drive.google.com/file/d/0B9BhKT04jIZ7Vk04YkxYelhZUDg/edit?usp=sharing

  • Más allá del fin de la historia. ¿Volverá el socialismo?
  • Derechos humanos y naturaleza humana
  • Notas sobre la dignidad humana
  • Los límites de la ética
  • Diez breves ideas sobre los derechos humanos
  • Educación superior en derechos humanos
  • Los derechos humanos como asignatura universitaria
  • De las malas palabras
  • Derechos humanos: valores universales
  • Human rights and federalism (sinopsis)
  • Cultural pluralism and dilemmas of justice, de M. Deveaux (sinopsis)
  • Medios, ilusión y liberación
  • Hegel y el espejo
  • ¿Se puede enseñar ética?
  • ¿Se pueden aprender valores?
  • Derechos y valores
  • Justicia y legalidad
  • Borges y la metafísica
  • De la ética o el sentido de la vida
  • Derechos humanos: valores universales (II)
  • ‘Enfermedades’ de los derechos humanos
  • ¿Por qué hieren los insultos?
  • ¿Cómo juzgar a los demás?
  • Ideas, valores y derechos
  • Dignidad humana y libertad de expresión
  • Ética, razón y derechos humanos
  • De la civilización del espectáculo
  • Creer, pensar, saber
  • ¿Quiénes son nuestros amigos?

lunes, 14 de julio de 2014

Filosofía y religión

Ruling Barragán

Por varios años me he dedicado con cierta regularidad a la divulgación de temas filosóficos a través de artículos de opinión publicados en diarios nacionales. A diferencia de la investigación, la divulgación tiene como propósito hacer accesible al lector no especializado ciertas temáticas que sólo son publicadas en revistas académicas para ser leídos por otros especialistas. Así, el lenguaje de la investigación académica suele ser muy formal, técnico y riguroso – ‘árido’, dicen abiertamente algunos–y su audiencia es, consecuentemente, bastante reducida. Aparte, tales investigaciones son, por lo general, de considerable extensión y suelen estar respaldadas por cuantiosas citas, numerosos pies de páginas y abundantes referencias bibliográficas. Así, la producción de una investigación académica toma a menudo meses; cuando no, años. Se comprende, pues, que su correcta lectura exija horas de atento y concentrado estudio.

La investigación se dirige a unos pocos; es elitista. La divulgación, sin embargo, se comunica con la mayoría; es democrática. La investigación exige un considerable esfuerzo intelectual; la divulgación sólo requiere un poco de inteligencia y sentido común. A pesar de estas diferencias (que en sí mismas no son buenas ni malas) lo cierto es que ambas formas de publicación se necesitan mutuamente. Si las investigaciones académicas no salen de los claustros universitarios, sólo sirven para brindar títulos o certificaciones (que supuestamente garantizan los puestos de trabajos de sus investigadores). Por otro lado, si los textos de divulgación no se basan en aquellos de investigación, degeneran en escritos frívolos y desorientadores. En tal caso, sólo sirven para entretener, no educar.

Dicho lo anterior, se debe comprender que la divulgación debe basarse en la investigación y ésta debe eventualmente divulgarse.

Entre producir investigaciones académicas y escribir textos divulgativos, he optado por lo segundo. ¿Por qué? Al respecto, comparto la siguiente anécdota (y confesión). Durante mis estudios de doctorado, me percaté – tal vez demasiado tarde– de que mi fuerte no era producir investigaciones académicas (los que en las universidades estadounidenses llaman research papers o academic essays). Aunque mis ensayos eran aceptables para aprobar mis cursos, escribirlos me resultaba muy frustrante. Nunca tuve ni desarrollé la destreza o el talento para producirlos con frecuencia, agilidad y excelencia.

Al compartir esta frustración con un joven amigo en St. Louis, editor de un pequeño periódico de su comunidad, me sugirió que, seguramente, la escritura de tales ensayos no era lo mío (“it´s not your thing”), pero que no debía sentirme aminorado por ello. Así de simple. Algunos, como él mismo, tampoco tenían la habilidad de escribir extensos y profundos ensayos académicos, pero podían escribir pequeñas textos que tenían valor para algunos. Como aquel periódico que editaba. Aunque esto no me servía de mucho consuelo durante el doctorado (en el cual estaba obligado a escribir tales ensayos ‘extensos y profundos’), eventualmente comprendí que, en efecto, ‘it wasn´t my thing’. Sentí un gran alivio cuando dejé el doctorado y opté por retirarme con una maestría. Ya no tenía que escribir más esos papers que tanto detesté, aunque siempre he disfrutado leer las publicaciones que escriben los mejores especialistas en los temas que realmente me interesan. Así pues, aprendí que ‘lo mío’ era leer y disfrutar tales publicaciones, no intentar escribirlas (y frustrarme tratando de hacerlo).

Los artículos de divulgación aquí recopilados han tenido siempre su origen en una in-quietud personal y deseo de comunicar a todos los que pueda temas que tienen que ver con la filosofía y la religión. Cada uno ha tenido como base lecturas de textos académicos, lo cual garantiza su nivel educativo. Confío en que sirvan como recursos didácticos para algunos colegas que dictan materias relacionadas a la filosofía y la religión, ya sea en el colegio, o en cursos introductorios en la universidad.

El lector notará con facilidad que los artículos, aunque similares en extensión, son desiguales en calidad o atractivo. Algunos les parecerán buenos; otros, no. Sea cual sea el caso, confío en que al menos algunas líneas le resulten apreciables y logren enseñarle algo que antes no conocía. Si he logrado esto, me sentiré satisfecho. Apenas intento informar, tratando de ser claro, conciso y coherente (aunque no siempre lo logro). No pretendo acceder ni dar a conocer ‘grandes o nuevas ideas’. Más bien, sólo intento comprender y compartir algunas que me interesan de manera fundamental.

https://drive.google.com/file/d/0B9BhKT04jIZ7cU9kQ0N4TFNyNnc/edit?usp=sharing

Contenido
  1. “Dios ha muerto”: anotaciones sobre una frase
  2. ¿Puede ser Dios imperfecto?
  3. Mal, conciencia moral y Dios
  4. ¿En qué podemos creer?   
  5. La unidad perdida     
  6. ¿Qué es el ateísmo?    
  7. ¿Cuántas clases de ateísmo hay?
  8. ¿Qué es la mística?     
  9. La filosofía como espiritualidad
  10. Ateísmo militante e intolerancia religiosa    
  11. Fe, razón y gnosis       
  12. Verdad y religión       
  13. Acerca de Dios y la filosofía 
  14. Religión, Dios y la política  
  15. Los dos eruditos       
  16. ¿Puede haber una ética sin metafísica?    
  17. Desarrollo humano y religión     
  18. Ateísmo, religión y Dios      
  19. ¿Debemos respetar las creencias religiosas?
  20. ¿Qué es el diálogo interreligioso?    
  21. El esoterismo y la universidad
  22. La ética como teología   
  23. Unicef, los niños y las religiones     
  24. Muerte, moral y metafísica     
  25. Una singular expresión de amor por la vida   
  26. De la religión: cuatro perspectivas     
  27. Dios como valor       
  28. La filosofía: pensar más allá de los límites  

martes, 1 de julio de 2014

La cultura de la interoceanidad de Panamá

Ana Elena Porras
(resumen por Carlos Ho)

Panamá es un país pequeño en territorio y población pero con una enorme complejidad. Contrariamente a lo que se pensaba en la teoría evolucionista, el caso panameño rompe con el paradigma que sentencia que a menor tamaño, menor complejidad. Además de su amplia diversidad racial y cultural, Panamá desconcierta a los intelectuales y visitantes por su relativa modernidad, especialmente en su sofisticada economía de servicios, la cual coexiste con un protegido sector agropecuario y una tradicional y aún clientelista política nacional.

Los intelectuales transmiten a la población una identidad nacional negativa de Panamá que puede desglosarse de la siguiente manera: 
  1. Panamá no tiene cultura; 
  2. la ha perdido; o, 
  3. la está buscando… 
Algunos de estos pensadores, los metafísicos, no parecen encontrar la identidad y cultura nacional, porque están buscando algo así como a Dios, una especie de espíritu único o “carácter nacional” que sea solo uno, además de absoluto y eterno; otros, los positivistas, porque buscan una “cosa” o hecho tangible y autosuficiente que pueda medirse; los marxistas, por su parte, porque estudian sistemas económicos universales, reducen las culturas nacionales a una sombra o apéndice del capitalismo. A su vez, los turistas y extranjeros, en su búsqueda de “exotismo”, se sienten desilusionados por la aparente ausencia del tema precolombino en la memoria colectiva del panameño en general y de sus museos.

La academia panameña está presa de la tradición liberal positivista o de la tradición marxista, que impide el advenimiento de paradigmas tales como la posmodernidad o la decolonialidad, respectivamente. En consecuencia, se tiende a reducir a Panamá, su sociedad y su cultura, a mera “víctima” del capitalismo estadounidense, mientras que los metafísicos niegan la existencia de una identidad panameña, auto flagelándose por la presunta “frivolidad, codicia y consumismo” de los panameños.

Si, por un momento, abriéramos paso a la postmodernidad y a la decolonialidad, descubriríamos que Panamá tiene cultura nacional, en cuanto que construye su propio sistema de significados y valores compartidos. Y que esta cultura es dinámica, histórica, intersubjetiva, cambiante y controversial en su naturaleza. Buscaríamos, entonces, ese imaginario colectivo que construye identidades y encontraríamos múltiples y originales respuestas. Muy especialmente, si buscamos desde adentro y no desde afuera de la sociedad de Panamá.

Desde esta perspectiva, la antropología posmoderna y decolonial permite estudiar la identidad y la cultura nacional, tal y como es vivida y pensada en Panamá, en toda su diversidad y complejidad. Incluso permite identificar sus contradicciones y paradojas. Las narrativas de identidad nacional en Panamá suelen imaginarla como lugar de origen, “carácter nacional”, sentimiento de pertenencia, conciencia histórica, Estado nacional, nacionalismo y condición jurídica. En la construcción y modelación de una imagen propia, los nacionales, inmigrantes y visitantes identifican, interpretan y describen diversos grupos étnicos, clases sociales, regiones nacionales. Cada una de estas narrativas, por diferentes y contradictorias que puedan ser entre sí, constituyen fragmentos que, en su conjunto, fundan los cimientos estructurales de esa difícil construcción colectiva y cultural que es la identidad nacional.

El Listado de Girotti y el perdón de Dios

Pedro Luis Prados
Para la mayoría de los católicos es conocida la lista de los Siete Pecados Capitales propuesta por el papa Gregorio Magno en el siglo VI, pero es desconocida la lista de los Siete Pecados Capitales Sociales elaborada por el regente del Tribunal de la Penitenciaria Apostólica del Vaticano, cardenal Gianfranco Girotti, en 2008. A pesar de los esfuerzos por su divulgación poca atención han merecido a los gobiernos y a la grey católica universal, siendo su transgresión una de las prácticas más extendidas en el planeta.

Estos pecados en su orden son: 1) Realizar manipulaciones genéticas, 2) Llevar a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones, 3) Contaminar el medio ambiente, 4) Provocar injusticia social, 5) Causar pobreza, 6) Enriquecerse hasta límites obscenos a expensas del bien común, 7) Consumir drogas. De ese listado los de más frecuentes violaciones por parte de empresarios y gobiernos son el 3, 4, 5 y 6 casi convertidos en Políticas de Estado en nombre del desarrollo. De manera que si hubiera posibilidad de sancionar a los culpables no habría capacidad en los nueve círculos del infierno de Dante.

Una retrospectiva de las acciones del gobierno que termina revela un sumario de escándalos, latrocinios, calumnias, coimas, sobrecostos, procesos amañados e impunidad y abre la posibilidad de clasificar las acciones del expresidente panameño a la luz del Listado Girotti para ubicar aquellas cosas que corresponden a las leyes de los hombres y las que corresponden a las leyes de Dios, pero nos deja un enredijo de causalidades en el que unas y otras faltas se entrecruzan en busca de los mismos propósitos.

Si bien es cierto que compró a diputados de la Asamblea Nacional dando origen a una de las más denigrantes cámaras legislativas que ha tenido el país, no se puede culpar del todo al ex presidente, porque igual culpa tienen aquellos que por inconsistencia moral y falta de escrúpulos aceptaron el soborno. De igual forma el escándalo Finmeccánica tiene protagonistas coludidos para delinquir en una operación de la cual no tenemos claros indicadores de responsabilidad y que involucra a políticos y empresarios a ambos lados del Atlántico.

La desmesurada secuela de contrataciones directas para obras de infraestructura a costos exorbitantes y sin claros criterios de planificación para favorecer a parientes y amigos, son imputables a una cadena de actores que con plena conciencia de la acción delictiva participaron de manera directa o indirecta, lo que convierte al presidente saliente en una pieza más en el prontuario de la memoria colectiva. Al igual que las generosas concesiones para las actividades comerciales en las terminales aéreas y puertos del país, los favoritismos en las licitaciones de suministros de equipos y materiales en las instituciones del Estado son resultado de acciones compartidas que en su momento, esperamos que así sea, la justicia ordinaria esclarecerá debidamente.

Pero hay actos que únicamente corresponden al presidente saliente y que están mucho más allá de las instancias terrenales y que corresponden, según el listado del cardenal Girotti, al ámbito de la sanción divina. Porque él es único responsable de la destrucción de valiosos ecosistemas para beneficiar a proyectos mineros de cielo abierto; devastar los humedales de ambas costas del país para puertos y proyectos inmobiliarios, arrasar áreas protegidas de las riberas del canal para favorecer empresas de su proximidad; concesionar la explotación de la riqueza marina, de las selvas y de las aguas para satisfacer intereses de empresas ligadas a sus amistades o a su persona, provocando el deterioro y contaminación del medio ambiente .

También es el único responsable por las muertes en la Comarca Ngobe Buglé y en Bocas del Toro, así como en la ciudad de Colón como resultado de las protestas por la apropiación y ventas de tierras en un claro acto de injusticia social; es igualmente responsable de la manipulación y control de alimentos con el propósito de favorecer empresas de su propiedad con el encarecimiento de los mismos, agudizando el empobrecimiento de grandes sectores de la población.

También es, y en eso no ha hecho ningún alegato en su defensa, responsable único de los contratos multimillonarios para obras inconclusas, defectuosas o innecesarias a las cuales se le han concedido sucesivos sobrecostos con cargo al erario público y al sudor de los contribuyentes dejando una deuda pública que rebasa los 20 mil millones de dólares;, de transacciones corporativas con empresas del Estado y de venta de bienes públicos por debajo del valor real.

Entendemos que la excomunión del papa Francisco no alcance al presidente saliente, pero de lo que estamos seguros es que, de acuerdo al Listado Girotti, no alcanzará el perdón de Dios.
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