lunes, 14 de julio de 2014

Filosofía y religión

Ruling Barragán

Por varios años me he dedicado con cierta regularidad a la divulgación de temas filosóficos a través de artículos de opinión publicados en diarios nacionales. A diferencia de la investigación, la divulgación tiene como propósito hacer accesible al lector no especializado ciertas temáticas que sólo son publicadas en revistas académicas para ser leídos por otros especialistas. Así, el lenguaje de la investigación académica suele ser muy formal, técnico y riguroso – ‘árido’, dicen abiertamente algunos–y su audiencia es, consecuentemente, bastante reducida. Aparte, tales investigaciones son, por lo general, de considerable extensión y suelen estar respaldadas por cuantiosas citas, numerosos pies de páginas y abundantes referencias bibliográficas. Así, la producción de una investigación académica toma a menudo meses; cuando no, años. Se comprende, pues, que su correcta lectura exija horas de atento y concentrado estudio.

La investigación se dirige a unos pocos; es elitista. La divulgación, sin embargo, se comunica con la mayoría; es democrática. La investigación exige un considerable esfuerzo intelectual; la divulgación sólo requiere un poco de inteligencia y sentido común. A pesar de estas diferencias (que en sí mismas no son buenas ni malas) lo cierto es que ambas formas de publicación se necesitan mutuamente. Si las investigaciones académicas no salen de los claustros universitarios, sólo sirven para brindar títulos o certificaciones (que supuestamente garantizan los puestos de trabajos de sus investigadores). Por otro lado, si los textos de divulgación no se basan en aquellos de investigación, degeneran en escritos frívolos y desorientadores. En tal caso, sólo sirven para entretener, no educar.

Dicho lo anterior, se debe comprender que la divulgación debe basarse en la investigación y ésta debe eventualmente divulgarse.

Entre producir investigaciones académicas y escribir textos divulgativos, he optado por lo segundo. ¿Por qué? Al respecto, comparto la siguiente anécdota (y confesión). Durante mis estudios de doctorado, me percaté – tal vez demasiado tarde– de que mi fuerte no era producir investigaciones académicas (los que en las universidades estadounidenses llaman research papers o academic essays). Aunque mis ensayos eran aceptables para aprobar mis cursos, escribirlos me resultaba muy frustrante. Nunca tuve ni desarrollé la destreza o el talento para producirlos con frecuencia, agilidad y excelencia.

Al compartir esta frustración con un joven amigo en St. Louis, editor de un pequeño periódico de su comunidad, me sugirió que, seguramente, la escritura de tales ensayos no era lo mío (“it´s not your thing”), pero que no debía sentirme aminorado por ello. Así de simple. Algunos, como él mismo, tampoco tenían la habilidad de escribir extensos y profundos ensayos académicos, pero podían escribir pequeñas textos que tenían valor para algunos. Como aquel periódico que editaba. Aunque esto no me servía de mucho consuelo durante el doctorado (en el cual estaba obligado a escribir tales ensayos ‘extensos y profundos’), eventualmente comprendí que, en efecto, ‘it wasn´t my thing’. Sentí un gran alivio cuando dejé el doctorado y opté por retirarme con una maestría. Ya no tenía que escribir más esos papers que tanto detesté, aunque siempre he disfrutado leer las publicaciones que escriben los mejores especialistas en los temas que realmente me interesan. Así pues, aprendí que ‘lo mío’ era leer y disfrutar tales publicaciones, no intentar escribirlas (y frustrarme tratando de hacerlo).

Los artículos de divulgación aquí recopilados han tenido siempre su origen en una in-quietud personal y deseo de comunicar a todos los que pueda temas que tienen que ver con la filosofía y la religión. Cada uno ha tenido como base lecturas de textos académicos, lo cual garantiza su nivel educativo. Confío en que sirvan como recursos didácticos para algunos colegas que dictan materias relacionadas a la filosofía y la religión, ya sea en el colegio, o en cursos introductorios en la universidad.

El lector notará con facilidad que los artículos, aunque similares en extensión, son desiguales en calidad o atractivo. Algunos les parecerán buenos; otros, no. Sea cual sea el caso, confío en que al menos algunas líneas le resulten apreciables y logren enseñarle algo que antes no conocía. Si he logrado esto, me sentiré satisfecho. Apenas intento informar, tratando de ser claro, conciso y coherente (aunque no siempre lo logro). No pretendo acceder ni dar a conocer ‘grandes o nuevas ideas’. Más bien, sólo intento comprender y compartir algunas que me interesan de manera fundamental.

https://drive.google.com/file/d/0B9BhKT04jIZ7cU9kQ0N4TFNyNnc/edit?usp=sharing

Contenido
  1. “Dios ha muerto”: anotaciones sobre una frase
  2. ¿Puede ser Dios imperfecto?
  3. Mal, conciencia moral y Dios
  4. ¿En qué podemos creer?   
  5. La unidad perdida     
  6. ¿Qué es el ateísmo?    
  7. ¿Cuántas clases de ateísmo hay?
  8. ¿Qué es la mística?     
  9. La filosofía como espiritualidad
  10. Ateísmo militante e intolerancia religiosa    
  11. Fe, razón y gnosis       
  12. Verdad y religión       
  13. Acerca de Dios y la filosofía 
  14. Religión, Dios y la política  
  15. Los dos eruditos       
  16. ¿Puede haber una ética sin metafísica?    
  17. Desarrollo humano y religión     
  18. Ateísmo, religión y Dios      
  19. ¿Debemos respetar las creencias religiosas?
  20. ¿Qué es el diálogo interreligioso?    
  21. El esoterismo y la universidad
  22. La ética como teología   
  23. Unicef, los niños y las religiones     
  24. Muerte, moral y metafísica     
  25. Una singular expresión de amor por la vida   
  26. De la religión: cuatro perspectivas     
  27. Dios como valor       
  28. La filosofía: pensar más allá de los límites