martes, 12 de julio de 2005

El oráculo torrijista

Roberto Arosemena Jaén

El segundo Torrijos habló de suspender la ley del Seguro Social para dialogar durante noventa días, así lo entendí, ingenuamente. El PRD lo interpretó, astutamente, cuando le llegó la iniciativa de suspender la ley de mano del mensajero del Ministerio de Salud, que los noventa días no eran para dialogar, sino para la moratoria de la ley e incluso con efecto retroactivo.

En realidad, el segundo Torrijos no hace las leyes ni las aprueba. Eso corresponde al PRD y en su feudo natural, la Asamblea Nacional, mandan ellos no Martín. Los noventa días empezaron a correr desde el 1 de junio. Las expectativas futuras sobre la buena fe del gobierno se derrumbaron... Nos cayó un jarrón de agua helada esa tarde húmeda en que los diputados se iban, apresuradamente, de vacaciones de medio año.

Retornando al diálogo, si es que supera el nivel de monólogo de la tecnocracia del grupo financiero, tendrá 60 días calendario, dijo la Asamblea. El Consejo de Rectores se apresuró a dictaminar que sólo se reunirán tres días semanales. Las expectativas terminaron por enterrarse.

Un diálogo de 90 días no puede meterse en un chorizo de 27. Todo experto en comunicación sabe de la necesidad de un período de tiempo significativo para que los interlocutores depongan sus aprehensiones, sospechas, resentimientos máxime después de las peleas verbales de Silvio y Saúl antes de entrar directamente a trabajar en los temas de fondo.

Nos extraña que el Consejo de Sabios -perdón de rectores no haya sabido aconsejar al Señor Presidente. Hay que convencerse, el presidencialismo, hace recaer todo éxito o fracaso institucional en las espaldas de la individualidad presidencial.

De allí, la urgencia de que sepa nombrar y remover a los capaces e incapaces, respectivamente. Es una función que el presidente realiza por sí mismo. La delegación para gobernar en el PRD-PP ha tenido resultados catastróficos.

 Volviendo a nuestro oráculo, su virtud principal es la ambigüedad y la necesidad de interpretarlo.

Esta interpretación se hace tanto más diluida en cuanto las palabras no sean escritas. Me imagino el abuso diario en las oficinas públicas: "Martín dijo", el Presi, me dijo... Las palabras son símbolos que se lleva el viento. En Grecia no bastó la Apología de Sócrates para entender el oráculo y salvar al sabio de los sabios antiguos, al final tuvo que beber la cicuta del silencio eterno. En Panamá, el intérprete está ahogando a la sibila. Basta escuchar la manera como el PRD interpreta las aseveraciones de su presidente.

El segundo Torrijos, no es un oráculo, el primero sí lo fue.

Lo que tiene importancia en un régimen de derecho son los actos administrativos que salen de su autoridad presidencial y los decretos ejecutivos que lo sustentan. Si la derogatoria de la Ley 17 es lo querido por la sociedad como lo dijo el Presidente, ¿por qué entonces la suspensión de la misma? Si el plazo para dialogar es de noventa días hábiles, ¿por qué permite que se reduzca a 27? Si el objetivo de la Mesa de Diálogo es una nueva ley del Seguro. ¿por qué permite que el PRD en la Asamblea la deje colgando como una guillotina que caerá inexorablemente al cumplirse el primer año de su mandato? Si el conflicto fue generado por la prepotencia del partido y de algunos ministros, de una parte, y el frente de rechazo, fue liderizado por médicos, docentes y obreros de la construcción, de la otra parte, ¿por qué en lugar de sentar a las partes PRD-FRENADESSO en una Mesa de Concertación la empieza a llenar con invitados que ya habían empezado a aplicar la Ley 17? El Señor Presidente es un funcionario público que se debe a la Constitución y a las leyes y cuando ejerce su autoridad tiene que ejercerla sin ambigüedades, sin dobles interpretaciones y con toda la facultad de "cúmplase".

 El problema, no obstante, no se origina en la personalidad del segundo Torrijos, el primero hablaba y Noriega lo interpretaba a nivel de seguridad del Estado y el mayordomo de palacios presidentes a dedo lo interpretaba a nivel político administrativo. El oráculo del primer Torrijos era terriblemente funcional.

El oráculo del segundo con su intérprete hegemónico el PRD es disfuncional. Los sociólogos dirían que produce "anomia", que es precisamente lo que está conduciendo a la falta de legitimidad.

El problema de los regímenes presidencialistas es el trauma político-social y económico que acarrea la sustitución presidencial cuando ha perdido su capacidad de ser creíble.

La crisis actual ya no se soluciona con un cambio de gabinete, ni siquiera con la derogación de la Ley 17. La crisis es resultado de la actitud política del PRD y la insuficiencia de su aliado oportunista. El PRD, sobre todo el colectivo dirigido por Ernesto Pérez Balladares, carece de límites y no entiende el espacio de libertad de que gozan las autoridades elegidas por el voto popular. En Panamá, nada se puede hacer fuera de la Constitución y del ejercicio democrático del poder.

Lo que urge en estos momentos es un acuerdo de gobernabilidad para los próximos meses.

El gobierno no puede seguir con su política económica de empobrecimiento de los que más trabajan y beneficiando a burócratas de la plataforma de servicios bancarios, jurídicos y de transporte internacional.

http://impresa.prensa.com/opinion/oraculo-torrijista_0_1514098738.html