jueves, 3 de agosto de 2017

Metafísica y cultura

Ruling Barragán

Según una de sus definiciones académicas, la metafísica es el “ estudio racional de la naturaleza última de la realidad en sus aspectos más generales”. En cuanto tal, su enseñanza formal se imparte en la universidad (en particular dentro de los departamentos o facultades de filosofía). Así pues, la metafísica universitaria o académica no debe confundirse con lo que podría entenderse por ocultismo, esoterismo, misticismo, espiritismo, gnosticismo, nueva era, cábala, magia, alquimia, hermeticismo, teosofía, religión, espiritualidad, autoayuda, logosofía, o cualquier otra concepción de índole similar.
 
No obstante, esto no significa que algunas ideas contenidas en estas curiosas concepciones no sean estudiadas también por la metafísica universitaria. En efecto, la metafísica académica trata algunos de los temas que abordan las anteriores concepciones. Por ejemplo, el fundamento último de todo lo que es, lo cual incluye a las leyes, formas o entes “no físicos” que constituyen la naturaleza y el ser humano (tiempo, espacio, causalidad, existencia, libertad, voluntad, conciencia, entre otros). Sin embargo, el modo que toman sus reflexiones y los resultados a los que llega el profesor universitario suelen ser muy distintos de los que tienen aquellos que tratan las concepciones antes mencionadas.

La diferencia está en el instrumento que utiliza la metafísica académica: la sola razón (ordinariamente entendida, no la imaginación ni ningún tipo de supuesta intuición o revelación). Así también, el método (la argumentación), el modo de escritura (prosa argumentativa) y los pensadores a los cuales cita o se refiere. Así pues, la metafísica en los departamentos de filosofía hace referencia a lo que han escrito Aristóteles y Tomás de Aquino, o lo que han pensado autores como Descartes, Kant, Schopenhauer, Hegel, Wittgenstein o Heidegger, entre otros.

En nuestro país solo se enseña metafísica en nuestra primera casa de estudios, en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades. Ahí recibe el nombre de “ontología”. Hay quienes dirán (no sin razón) que ha de ser un despilfarro de nuestros impuestos sufragar semejante asignatura. Mucho más en un país en el que priman los problemas políticos y económicos.

Otros señalarán que la metafísica puede ser un bonito adorno de nuestra educación universitaria, pero que es completamente obsoleta. Sería mejor dedicar el presupuesto universitario a cualquier asignatura científica o tecnológica. A fin de cuentas, según entienden la mayoría de los científicos y tecnólogos, ya la tecnociencia moderna ha reemplazado la metafísica desde hace más o menos 200 años.

No estoy muy seguro de esto último. Todavía en las universidades más prestigiosas del mundo, de Europa y de Estados Unidos, la enseñanza de la metafísica goza de buena salud. Si los científicos y tecnólogos que rechazan la metafísica están en lo correcto, debemos entonces felicitar a los metafísicos por ser tan astutos, pues siguen acaparando fondos de investigación, pero sin producir nada práctico o rentable.

Quizá, a pesar del rechazo e inutilidad de la metafísica, ella contiene algo de singular e inestimable valor que ninguna ciencia o tecnología puede reemplazar. Y tampoco comprender, pero que a algunas mentes, en todo tiempo y lugar, les fascina indagar. Tal vez, en última instancia, esa sea la justificación de toda metafísica. Como señalaba Wittgenstein, “se trata de una tendencia del espíritu humano”. Tendencia que, según parece, es profunda e inevitable, al menos para ciertas personas, por lo cual sería mucho más que un mero capricho o entretenimiento intelectual. En tal caso, ha de ser contemplada por el derecho a la cultura, permitiéndosele existir y ser cultivada por quienes se interesen en ella. No lo merece menos que el fútbol o tanto programa de entretenimiento en la televisión.

http://www.prensa.com/opinion/Metafisica-cultura_0_4816768369.html