lunes, 16 de mayo de 2016

Una postura en disenso

Miguel Ángel Candanedo

Según reza un ancestral apotegma, los hombres al arribar a la edad provecta transitan hacia una envidiable condición que los sitúa más allá del bien y del mal; es decir que han superado las etapas de respeto y sumisión a los convencionalismos sociales, para mostrarse tal cual son y expresar sin cortapisas sus pensamientos más íntimos, aun sintiendo que esto pueda generar el rechazo mayoritario del entorno social.

Por ello, hoy liberado de las ataduras de los principios políticos e ideológicos imperantes en la sociedad donde dominan los criterios y valores del mundo neoliberal globalizado, me permito nadar a contracorriente y frente al escándalo y la gran crisis generada por ‘los Papeles de Panamá ' disiento de las opiniones mayoritarias, expresadas por los medios de comunicación y por las redes sociales, acerca de la naturaleza, delictiva o no, de las transacciones económicas o financieras amparadas bajo los engañosos cortinajes de las cuentas ‘offshore '.

Han transcurrido varias semanas desde el escándalo de las empresas ‘offshore ' creadas desde Panamá, por el bufete Mossack - Fonseca, y durante ese lapso se han vertido ríos de tinta y textos en defensa de la legalidad de las actividades que han realizado durante décadas ‘prestigiosos ' bufetes de abogados en la creación de cientos de miles, quizá millones, de las famosas cuentas ‘offshore ', muchas de ellas dedicadas a esconder los capitales multimillonarios de dirigentes políticos, artistas, deportistas y toda laya de personajes que a través de este mecanismo evaden sus compromisos tributarios en sus respectivos países.

El tema ha sido planteado por los panegiristas locales como una acometida de las organizaciones y Gobiernos de unos cuantos países desarrollados contra el país de los panameños, con el propósito de arrodillarlo y obligarlo a facilitar información expedita a dichos países sobre los destinatarios últimos de dichas cuentas, quienes se aprovechan de la naturaleza secreta de las ‘offshore ' para evadir el pago de los impuestos a los organismos recaudadores. Por tanto, de lo que se trata es de que decidamos generar un gran frente nacional en defensa de la soberanía económica y jurídica del Estado panameño.

Se trata de un planeamiento falaz que pretende identificar los elevados intereses de la patria con los intereses egoístas de uno o más bufetes dedicados a actividades supuestamente legales, pero de dudosa factura moral. Sin embargo, a nuestro juicio, no se trata de que uno o más bufetes se dediquen a actividades ilegales o que pueden encubrir ilegalidades, sino de un problema de fondo que es inherente al modelo económico y político liberal burgués, que en su esencia se fundamenta en la acumulación de capitales generados a cualquier precio, eso sí en el menor tiempo posible.

Vale recordarle a los apologetas del sistema democrático liberal burgués, que los teóricos fundadores del liberalismo político y económico, partían de la ética del egoísmo y del individualismo extremo en el supuesto de que cada actor político y económico en la medida que actuaba, movido por sus apetitos y necesidades —individuales y egoístas, procuraría sus beneficios personales, de tal manera que la suma del bienestar individual desembocaría en el bienestar colectivo. Por ello no cabe extrañarse que esta ética de la acumulación, egoísta e individualista, desemboque en las maniobras de los millonarios, cuyos capitales se han forjado en no pocas ocasiones a través de la apropiación de los fondos públicos o de actividades especulativas de dudosa legalidad, para evadir el pago de las elevadas tasas impositivas vigentes en los países desarrollados.

Mientras los panameños desenvolvamos nuestras vidas al amparo de un sistema económico-social capitalista, no podemos evitar que los evasores de impuestos de allende y aquende el Atlántico procuren hacer de nuestra privilegiada posición geográfica el paraíso fiscal donde el lavado de dinero, el narcotráfico, el contrabando de armas, y los negocios poco ortodoxos encuentren un ambiente adecuado para su proliferación. El caso Waked es ilustrativo de lo antes planteado.

No nos engañemos, pues, la fiebre de la inmoralidad y la corrupción no está en las sábanas sino en las entrañas mismas del sistema.

http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/postura-disenso/23940277