jueves, 26 de diciembre de 2013

Diálogos por la democracia

Roberto Arosemena Jaén

La comunidad nacional tiene dos deudas pendientes: establecer la democracia participativa y reasumir la soberanía sobre nuestras riquezas territoriales.

La democracia calificada es el medio, la soberanía sobre la riqueza territorial es el fin. Con la democracia participativa, el todo comunitario se apodera de la riqueza nacional para disfrutarla en provecho propio. El próximo mes de mayo se pondrá “al alcance de nuestras manos” la posibilidad de iniciar el pago de esta doble deuda. No será fácil deshacernos de esa democracia representativa que nos ahoga desde las luchas por la independencia del siglo XIX y que ha colocado la soberanía en manos de unos pocos poderosos –la cacareada oligarquía– que se ha enriquecido escandalosamente.

La tónica electoral de mayo próximo es el grupo de pretendientes que desea llegar al poder político para mantener o ejercer el usufructo sobre las riquezas del Estado. Una especie de privatización de la soberanía popular. Casi nadie les cree que son políticos de altura y que luchan por una riqueza pública cuando ni siquiera renuncian a su posibilidad remota de triunfar.

¿Cómo podrá la comunidad panameña superar la cultura del entretenimiento y la conmemoración de los imaginarios colectivos y decir basta al clientelismo?

Ricardo Martinelli es el hombre del entretenimiento y del clientelismo. Su imaginario es consumir por consumir y para seguir consumiendo. Es casi un ícono de la cultura de la desnacionalización, de la representación populachera y del tráfico de influencias de un empresariado de “hipermercados y de mega proyectos. Esta imaginería del hombre, que en cinco años ha realizado más y más de lo que no pudieron sus antecesores de 1941, 1968 y 1989, es el salvoconducto para ganar las elecciones de la democracia representativa de 2014.

¿Podrán los presidenciables no gubernamentales derrotar al Mimito de Martinelli?

¿Podrá el maremágnum de publicidad, propaganda y militancia de partidos e independientes neutralizar las dádivas de becas, jamones y dinero que pesan en la conciencia descreída de una sociedad en manos de la representación democrática clientelista?

Disputar las elecciones al Mimito de Ricardo Martinelli es la crónica de la derrota anunciada, si cada uno de los seis presidenciables no gubernamentales va por lo suyo. Con gran dificultad, esta conciencia popular secuestrada podrá discriminar cuál es el mejor, el más solidario y el más íntegro para oponerse a la maquinaria de los fabricantes de imagen y de presidentes enlatados. Esta sería la alternativa de la sociedad panameña, si logra despertar el 4 de mayo y deposita un voto por el “equipo político e independiente” liquidará la demagogia y la corrupción institucional de los funcionarios públicos elegidos para gobernar, legislar y administrar las riquezas nacionales.

Feliz y próspero año nuevo, si logramos concertar una sola alternativa antigubernamental. Esta construcción está al alcance de la mano de los presidenciables que se oponen al Mimito de Martinelli y, sobre todo, está en manos de un pueblo que practica la democracia participativa y está dispuesta a ejercer la soberanía, que soñó y por la cual irrumpió en la historia nacional el 9 de enero de 1964.

Rememorar la historia de hace 50 años es actualizarla y repetirla en este presente electoral. Conmemorar el hecho pasado, ya muerto, es lo propio de los monumentos, las tumbas y del gobernante de turno, que sigue dando dádivas incluso ahora, con el empecinamiento de crear días puente de consumo y no acciones para saldar la deuda con nuestros antecesores y ejercer la soberanía que reasumieron los mártires.

http://impresa.prensa.com/opinion/Dialogos-democracia-Roberto-Arosemena-Jaen_0_3830616988.html