sábado, 9 de marzo de 2013

Del amor de masas al terror

Roberto Arosemena Jaén

El término adquiere mayor significado ante el hecho doloroso, con sabor de lágrimas de multitudes, por la desaparición física de Hugo Chávez. No se puede negar; fue amado y es amado colectivamente. Por distorsiones cientificistas, oponemos amor a odio.

Políticamente, la dicotomía de amor no es odio, sino terror de masas. Mal hace la oposición chavista al festejar el odio, cuando en realidad debe prepararse para superar el posible terror que se desate, eventualmente.

La solución de la crisis, por fortuna, tiene una salida pacífica electoral. El líder opositor rechaza la provocación de la ambivalencia masiva y habla de la unidad de todos los venezolanos para derrotar al chavismo en unas próximas elecciones populares. Lo mismo que anticipó el comandante, ante la inminente muerte que se le venía encima. Dejó, testamentariamente, como candidato de su partido a un hombre fiel, que se pone a llorar y llama padre al que considera el “segundo liberador”.

Con este trasfondo, tanto Capriles como Maduro son fieles creyentes –así se espera– en procesos electorales como salida democrática a las rivalidades interpartidistas.

En este contexto, se hace abstracción de la retórica de victoria y muerte y la defensa del socialismo hasta el último soldado.

En estos 30 días, la oposición y el chavismo van a dirimir su hostilidad política en las urnas. Ninguno de los dos promueve la confrontación armada ni la persecución jurídica y constitucional contra su contrincante. El mayor creyente en los poderes constituidos de la quinta república y de su Constitución es Capriles y parece ser que el “bonachón” de Maduro, también apuesta por la Constitución bolivariana. Se espera que la actitud de ambos sea consistente por lo menos iuris tantum (presunción).

El problema es que el amor de masas con facilidad se transforma en odio y cuando alcanza a sus opositores se transforma en “terror de masas”. Eso lo sabía Chávez cuando prefiere dejar a Maduro como heredero del partido y prescindir de sus halcones dispersos en la Asamblea Nacional, las gobernaciones y el ejército bolivariano.

¿Cuál, entonces, es el futuro de la quinta república, que laboriosa y fatigosamente terminó por aceptar un dirigente como Henrique Capriles Radonski? ¿Están los halcones de Chávez, con asesoría cubana o sin su asesoría, dispuestos a liquidar la quinta república e instaurar una dictadura de terror?

La situación, terriblemente frágil y delicada, de nuestra hermana, que se hace llamar bolivariana, es el delirio de las masas por papá Chávez, el odio malsano de sectores importantes de la oposición contra el chavismo y la posibilidad real de los poderes constituidos venezolanos de liquidar la quinta república con la fuerza militar y con el terror de masas.

Este escenario de sobresaltos abre un trágico abanico de alternativas.

¿Qué hacer, entonces, frente a un escenario tan amenazador?

Discretamente, pienso que Capriles actúa como un táctico y estratega digno de imitar. Su objetivo, desde que fue derrotado por el chavismo, fue esperar sin prisa y sin pausa. Dada la brevedad del período electoral de 30 días, la oposición está cerrando filas detrás de Capriles.

Respecto a los poderes constituidos, sospecho la posibilidad de que se fracture “el testamento de Chávez” y que el “bonachón” de Maduro no sea capaz de neutralizar a los halcones.

El trabajo arduo de la construcción del Estado bolivariano en 14 años está en peligro de ser fagocitado por seguidores fanatizados en el próximo escrutinio electoral.

http://impresa.prensa.com/opinion/masas-terror-Roberto-Arosemena-Jaen_0_3611638866.html