sábado, 3 de julio de 2010

Rector contra docente

Roberto Arosemena Jaén

Absoluta veracidad es el criterio que el secretario general de la Universidad de Panamá dice tener para aclarar ante la opinión pública la suspensión del profesor Jaime Turner. Tanto la verdad como el absoluto son conceptos filosóficos de enorme significado. Por la verdad absoluta se vive y se está dispuesto a morir. Es el problema de la religión. Las guerras religiosas son terribles porque los beligerantes están convencidos moralmente de que la verdad y la justicia están de su parte y que los infieles deben eliminarse.

¿Cómo ha logrado el profesor Candanedo revestirse de tal autoridad? ¿Cómo es posible desencadenar una guerra religiosa contra un docente que dice y escribe lo que considera que es correcto?

Como antecedente, el profesor Candanedo hace pública una amonestación que se dio en el claustro universitario en enero de 2004. Se le dijo “mentiroso” a Gustavo García de Paredes mientras hacía uso de la palabra. Esta acción es calificada como “una lesión a la dignidad y la honorabilidad de la autoridad superior universitaria”. En realidad, podría ser tipificada como una injuria si la víctima se querella ante el Ministerio Público. Ahora queda como un abuso de autoridad. El argumento voluntarista no fundamenta ninguna verdad humana y hace, por el contrario, sospechosa cualquiera reacción al respecto.

Al pasar a los hechos que motivan la suspensión de Turner, Candanedo cita artículos de opinión publicados en agosto de 2009. Turner afirma que el rector maneja la Universidad “con una gran corrupción subastada por el clientelismo político” y termina llamándolo “vándalo”. Se vuelve a evidenciar, repite el secretario general de la Universidad de Panamá, Miguel Candanedo, el “irrespeto y maceramiento a la dignidad del señor rector de la Universidad de Panamá, Dr. Gustavo García de Paredes”.

De aseveraciones sobre el estilo administrativo “vandalizado” de manejar la Universidad por un rector de turno –es lo que está afirmando el profesor Jaime Turner– concluye Candanedo que el docente suspendido “insulta, vitupera y desprestigia la Casa de Méndez Pereira –así llama a la Universidad de Panamá– y a sus autoridades”.

No se entiende la exageración y la desproporción con que Candanedo y el Consejo Académico analizaron las opiniones de un docente en contra de un colega que funge “temporalmente” como rector. Se salta de una pretendida injuria personal a una lesión institucional en perjuicio de la Universidad de Panamá. Lo que es motivo –o debe ser motivo– de preocupación y el inicio de una investigación a fondo sobre la denuncia de “clientelismo político” o administración vandalizada, que valientemente hizo el profesor Turner, se encubre con la indignación por el sacrilegio cometido.

Me viene a la memoria la “sacrosantitas” que tenía el cónsul y el Tribuno de la plebe en Roma con la transferencia institucional que el Prof. Miguel Candanedo hace de la personalidad del profesor García de Paredes.

El Consejo Académico de la Universidad de Panamá debe reconsiderar la medida contra Turner, solicitar una auditoría administrativa, que de manera transparente establezca si hay o no hay “clientelismo político”, si existen los méritos para señalar una “administración vandalizada y llamarle la atención al profesor Candanedo, por la carta enviada a La Prensa, el 21 de junio del presente.

Hace un año, la Corte Suprema de Justicia revocó la suspensión por dos años del Dr. José Eulogio Torres Ábrego y obligó a la Universidad a pagarle salarios caídos. ¿Cómo puede llamársele a una administración que sanciona temerariamente a sus docentes sin importarle el costo de sus “ocurrencias”? Otro tanto puede suceder con el profesor Jaime Turner de insistir el Consejo Académico en sancionarlo por acciones que no van más allá de opiniones sustentables sobre la gestión pública de un funcionario del Estado.

http://impresa.prensa.com/opinion/Rector-docente_0_2876712409.html