sábado, 10 de abril de 2010

Jerusalén, sitio de paz

Pedro Luis Prados S. 

La palabra hebrea Yerushalayim que designa la ciudad procede de las palabras Yeru (casa o sitio) y Shalem (paz), por lo que Jerusalén significaría “sitio o casa de la paz”. El nombre árabe es Al–Quds, “lo sagrado”. Significados paradójicos para un lugar marcado por milenios de violencia y profanaciones bajo banderías de fe o políticas. Poblado hace seis milenios por nómadas semitas se desarrolla lentamente y para el año 3000 a.C., en la Edad de Bronce, los vestigios revelan un emplazamiento amurallado y organizado socialmente. No obstante, la tradición bíblica establece que la ciudad fue fundada por Sem y Eber, ancestros de Abraham.

Habitada durante un milenio por los jebuseos es invadida por los hebreos bajo el mandato de David, rey de Israel y Judá, quien la hace su capital (1004 a.C.); su hijo Salomón construye el Templo para el custodio del Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley, introduciendo la religión en el destino de la ciudad. Con la disgregación del reino de David pasa a ser la capital de Judá y por su esplendor es víctima de sucesivas invasiones. Desde el siglo VI al siglo I a.C. es dominada por los asirios (630–597a.C.); babilonios (597–546 a. C) que arrasan la ciudad y destruyen el templo; persas (546–332 a.C.); macedonios (332–312 a.C.); seléucidas (312–130 a.C.) y, luego de un periodo de relativa autonomía, los romanos bajo las órdenes de Pompeyo en el 64 a.C. hasta la disolución del Imperio de Oriente en el siglo VI d.C.

La caída de Roma facilitó la ocupación musulmana por cinco siglos, hasta la Cruzada del papa Urbano II en 1099 para “recuperar los lugares santos”. Las tres cruzadas que se sucedieron hasta el 1244, mostraron la crueldad de las guerras religiosas con matanzas como la de Acre, donde Ricardo Corazón de León ejecutó a casi toda la población. Tras la retirada de Ricardo I en 1187, Saladino retiene la ciudad que se mantuvo bajo dominio musulmán hasta 1517, cuando pasó al control de los turcos con Solimán el Magnífico. En 1917, con la derrota turca en la Primera Guerra pasó a dominación de Inglaterra por mandato de la Sociedad de Naciones.

La partición de Palestina por la ONU (1947) en dos territorios –uno judío y otro árabe– coloca la ciudad bajo control internacional y crea el Estado de Israel lo que aumenta las tensiones y origina el conflicto Árabe–Israelí con una secuela de tres conflictos armados (1948, 1967 y 1973). La amenaza sobre valiosos sitios hizo que la ONU emitiera la Resolución 194 de 1948, que expresa: “… dados los lazos que la vinculan a tres religiones mundiales, la zona de Jerusalén, incluyendo la municipalidad actual de Jerusalén y las aldeas y centros que la rodean, … debe ser objeto de un trato especial y distinto al de las otras regiones… y colocada bajo el control de las Naciones Unidas”. En la Ciudad Vieja están los santuarios más importantes de las tres grandes religiones monoteístas: el Muro de las Lamentaciones del judaísmo, el Monte del Calvario y la Iglesia del Santo Sepulcro del cristianismo y la Mezquita de Umar en la Cúpula de la Roca del islamismo, las cuales comparten una herencia común.

Las guerra de 1948 deja a Jerusalén Oriental bajo mandato jordano y la occidental en control israelí. La derrota en el conflicto de 1967 de la República Árabe Unida culminó con la anexión de la ciudad a Israel. En 1980 es declarada capital del Estado de Israel, mediante la Ley de Unificación (Ley Jerusalén) –con el propósito de disuadir las pretensiones de Palestina de situar su capital en la sección Este y en la Ciudad Vieja. Ante esa iniciativa la ONU emite la Resolución 478 del Consejo de Seguridad –con la abstención de Estados Unidos– que declara la Ley “como una violación del derecho internacional… y supone un obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera”, y llama a sus miembros para que retiren sus embajadas de la ciudad. Tras una larga polémica jurisdiccional entre Israel, Palestina y Jordania y con la mediación de la ONU, la Ciudad Vieja fue declarada en 1981 Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En 1982 Jordania pide incluirla en la “Lista del Patrimonio de la Humanidad en Peligro”, debido a proyectos urbanísticos de Israel que afectaban el núcleo histórico.

Aseverar que el destino de Jerusalén está ligado a Israel y le corresponde a éste “ser guardián de la capital del mundo”, como señaló el Sr. Martinelli es desconocer la historia y un derrubio diplomático. El pueblo hebreo sólo la tuvo durante 400 años luego de la invasión de David –que la ocupó, no la fundó– y en la actualidad Israel sólo tiene 40 años de controlarla, de la misma manera que el mandato cristiano sólo duró 70 años. De los seis milenios de historia de la ciudad la presencia cristiana e israelí son las más efímeras y tal vez las que menos huellas han dejado en su cultura y mentalidad. Afirmaba Aristóteles que frente a los apasionamientos o intereses, la prudencia es la necesaria virtud del político.

El valor estratégico y las pasiones religiosas han hecho de la historia de la ciudad una zaga de fanatismos y sufrimientos. Es posible que sea un verdadero sitio de paz cuando adquiera carácter de ciudad–Estado y se reconozca su derecho de autonomía ganado por el dolor acumulado; pero también cuando comprendamos que las tres creencias religiosas tienen los mismos orígenes, sus textos relatan los mismos hechos, predican las misma moral, veneran los mismos profetas y sobre todo, ese Dios objeto de adoración con diferentes nombres es el mismo para todos.

http://impresa.prensa.com/opinion/Jerusalen-sitio-paz_0_2813718691.html