miércoles, 7 de abril de 2010

Dinero y terror

Roberto Arosemena Jaén

Desde que el dinero anuló el trueque, se empezó a pensar en serio sobre su significado. Personajes influyentes de la primera revolución exitosa de occidente, la norteamericana, pienso en Benjamín Franklin y Barack Obama (1776–2010), le atribuían un papel instrumental, pero sumamente peligroso.

Una especie de demonio que transformaba a los hombres en ambiciosos, pervertidos y prepotentes. Cuando Bush se retiraba por el patio trasero, en el salón principal de la Casa Blanca, se oyeron gritos contra el becerro del dinero. Hoy, Europa exige que los bancos paguen por el costo de asegurar el valor del dinero e, ingenuamente, el Presidente estadounidense vigila la reducción de los ingresos millonarios de los grandes ejecutivos y ha perdido la noción de bosque por la percepción de árbol.

El cristianismo ya había hecho el gran esfuerzo entre Carlo Magno y Napoleón (800 a 1808) de prohibir legalmente el precio del dinero (cobro de intereses por préstamo). Aristóteles afirmaba que el dinero no tenía valor. Valor tienen los bienes que satisfacen necesidades básicas del animal humano.

Marx caracterizaba el sistema del dinero mercancía como la esencia del capitalismo decadente, y Benedicto XVI califica como pecado capital el enriquecimiento excesivo y contribuir al aumento de la brecha entre hambrientos inseguros (pobres) y gente satisfecha y asegurada (ricos con dificultad para meterse en el ojo de la eternidad).

“Poderoso señor es Don Dinero” cantaban los poetas hispánicos e, incluso, los académicos más prestigiosos del mundo de la ética y el derecho actual claman por la necesidad de domesticar ese poder de cambio que enriquece y empobrece.

Organismos internacionales y gobiernos diseñan e inventan convenios para reducir y evitar el “blanqueo de capitales”. Con dificultad se puede distinguir el dinero sucio y el dinero limpio. Dinero es dinero, respaldado por los poderes fácticos de la política y el consumo.

 En Panamá también llueve y no escampa. El dinero nos está enredando y sorprendiendo. La reciente recompra de los corredores ha hecho reflotar la duda y el “aventurerismo” financiero del gobierno. Todavía no hemos pagado los peajes, y ya el mercado de bonos corporativos de ICA los está vendiendo a 150 millones devaluados. Ni el dinero fresco de la CSS asegura la viabilidad de esa empresa –ficticia hasta el momento– que será ENA (Empresa Nacional de Autopistas), promovida por el Ministro de Finanzas. Pienso, repentinamente, en la posible empresa que compre la autopista de Panamá-Colón, la cinta costera y toda la red vial y de carreteras de la República.

Pienso en la recompra del tercer juego de exclusas y la colocación en la bolsa de los bonos corporativos del Canal, que cubrirán los peajes por los próximos 30 años (quién me puede garantizar que no será una medida de este gobierno de financistas y banqueros).

El gobierno del cambio está a punto de entregar el transporte metropolitano (Metro Bus) a una empresa que, sin lugar a duda, conocerá toda la letra menuda de ICA y Pycsa; Unión Fenosa y Cable & Wireless; Slim y Oldebrecht. Toda inversión futura multimillonaria –el negocio de la basura lo es a nivel municipal, el metro a nivel nacional– debe ser aprobada en referéndum con el 50% de la participación electoral. No se pueden repetir los plebiscitos del Canal sin partidos y sin democracia, o con menor número que el 50% de los votantes.

Es hora de frenar la impulsividad financiera que se inició irresponsablemente con las privatizaciones y concesiones del gobierno de Ernesto Pérez Balladares, y se recrudeció con la sesión de derechos de los ingresos de los peajes del Canal con el “plebiscitado” Cuarto Juego de Esclusas que realizó el segundo gobierno PRD, con apoyo abierto de Cambio Democrático.

 No se puede continuar poniendo en manos de ningún gobierno la riqueza soberana del Estado panameño. Las expectativas de cambio para mejorar, como el decreciente optimismo sobre la gestión financiera del actual gobierno, son apuestas mediáticas que solo interesan a los manipuladores del populismo de una sociedad empobrecida.

Ni PRD ni CD. Apostamos a un Panamá disciplinado y consciente de la crisis financiera que ocupa y preocupa a los mejores cerebros y gobiernos del planeta.

http://impresa.prensa.com/opinion/Dinero-terror_0_2811468983.html