lunes, 12 de mayo de 2008

Receta contra el ‘charrismo’

Ela Urriola

Parodiando a Marx hacemos patente la desgarradora situación en que se debaten miles de panameños frente a los crímenes contra la naturaleza y contra la calidad de sus vidas. Proliferando en forma de epidemia –lo que en el argot popular se ha traducido como "charrismo"– ha degenerado en la devastación de grandes extensiones de bosques, selvas, manglares, montañas, contaminación de ríos y playas, al punto de que este mal se ha convertido en una de las más grandes amenazas que se ha cernido sobre el país, y se volvió crónico durante la última estación seca.

La falta de voluntad política, la indiferencia e incompetencia de funcionarios, los compromisos familiares y políticos hacen virtualmente imposible la aplicación de una ley de protección ambiental de manera coherente, extensiva y democrática (a los fabricantes de carbón de Punta Chame se les persigue, pero hay quienes allí arrasan con una treintena de hectáreas de este arbusto y son agraciados con la impunidad ante la ley). Esta enfermedad que azota al istmo y se agrava en la medida en que se agudizan las lesiones al patrimonio natural con las concesiones que el Gobierno otorga a las empresas urbanísticas y de desarrollo turístico, de tierras costeras, islas y montañas y que hacen casi imposible ejercer fiscalización y control alguno.

De la misma manera como nos intoxica la proliferación de crímenes y violencia intrafamiliar recogidos en los periódicos, igualmente proliferan las denuncias por devastación de manglares, destrucción de ecosistemas insulares, depredación de las montañas y no menos doloroso: el desalojo de sus habitantes. Al institucionalizar el Gobierno la política del despojo, la sociedad civil consciente de la importancia del medio ambiente para la salud humana y la calidad de vida debe cerrar filas en un proyecto homogéneo para hacer un alto a la venta del país, pero sobre todo para defender nuestro derecho a la vida. Con ese propósito nos atrevemos a proponer algunas recomendaciones a manera de receta para paliar en alguna medida la epidemia de "charrismo" que ha infectado al país:

Nombrar a un director de la Anam que surja de propuestas de los grupos ecologistas jurídicamente establecidos, que presentarán una terna al Presidente de la República, de modo tal que la escogencia se realice por su idoneidad, experiencia, probidad y compromiso social.

Hacer una revisión integral de la legislación sobre control, manejo y protección del ambiente y el patrimonio natural que comprenda aquellos aspectos contenidos en los acuerdos internacionales, sin menoscabo de las formas de vida y atendiendo las necesidades de las comunidades que habitan en ellas.

Realizar un diagnóstico científico y objetivo de la administración de la Anam para determinar su operatividad y hacer los correctivos necesarios para que su acción se haga sentir en todo el territorio nacional.

Crear un juzgado para asuntos del ambiente que delibere y sancione, de conformidad a lo establecido en la ley, los delitos.

Crear como parte de la Anam una policía ambiental, con jurisdicción nacional y los recursos materiales para hacer cumplir la ley, aplicando las sanciones de manera expedita.

Gravar a las empresas inmobiliarias, de desarrollo turístico, de explotación de recursos naturales y proyectos urbanísticos con un impuesto especial para el cumplimiento de los fines establecidos por ley.

Desarrollar como parte del currículo transversal de la educación primaria, media y universitaria nociones sobre derecho ambiental, la protección del patrimonio natural y la calidad de vida, mediante acuerdos con la Anam, el Ministerio de Educación y las universidades.

Obligar a los medios de comunicación al cumplimiento de la ley para que los espacios radiales y televisivos estén orientados a la divulgación sobre el valor del patrimonio cultural y natural.

Perfeccionar el mecanismo de participación institucional en los programas internacionales de protección del ambiente, con proyectos puntuales y prioritarios que optimicen la utilización de los recursos del Estado.

Declarar al patrimonio histórico y natural bienes en peligro inminente, comprometiendo al Estado, al sector privado y a la ciudadanía como agentes responsables de su salvaguarda y protección.

Este recetario lo ponemos a disposición de los candidatos que aspiran a la Presidencia de la República (y que prometen de forma vehemente curar los males que tenemos y los que aún no tenemos), para ver cuál de ellos, revestido de una verdadera conciencia social, un sentimiento de identidad y amor patrio, asume la apremiante tarea de salvarnos de nosotros mismos.

http://impresa.prensa.com/opinion/Receta-charrismo_0_2290271132.html